... Arma ...

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Los invitados no entendían que pasaba, si era parte de un espectáculo o de verdad alguien intentaba sabotear la boda, una cuerda callo de lo alto del helicoptero, un hombre bajo de ella, al llegar al suelo todos lo miraron incrédulos, llevaba un traje negro, camisa de vestir color carmín, corbata negra, su cabello rubio en punta y un sombrero con la cinta del sombrero a juego con la camisa, nadie retiraba la mirada del chico hasta que sacó una pistola corta y realizó un disparo de advertencia, el tiro se escucho por todo el lugar, la multitud comenzó a correr, ya no les importaba que pasaría con la boda, huyeron del lugar no estaba dispuestos a perder su vida por la curiosidad, el intruso miró como la gente corría, sonrió con malicia y camino hacia donde estaban los futuros esposos. El novio miró al intruso sobre el hombro, no se inmutó, sabía que cabía la posibilidad que el demonio apareciera, así resultó, pero tenía un plan, dio unos cuantos pasos donde se encontraba la tribuna del sacerdote el cual ya habia desaparecido, saco una escopeta y unos cartuchos que coloco en el arma, ya cargado se acercó de nuevo donde estaba la novia inmóvil mirando al demonio, había quedado sorprendída por lo que esta pasando su rostro mostraba una sonrisa timida era tapada por sus manos, pero fue tomada de la cintura y apegada al novio cual sin pensarlo apuntó al intruso. 

— Vaya, no te es suficiente la Christman Bowl .—

—Nunca aspira a más vaquero, mientras haya una posibilidad del 0.1% puedo ganar .—

Kid siempre había odiado esa frase pero era el momento de hacerla desaparecer por un momento soltó a Renka para disparar sin restricciones, se escucho un fuerte estruendo, el cartucho callo, el demonio no se movió el tiro paso cerca de su mejilla, fue una advertencia por parte del otro para que se fuera, el demonio toco su mejilla la cual tenía un poco de sangre miró con cautela las llenas de sus dedos la herida había sido superficial, pero sabía que el novio no se quedaría quieto, así que decidió provocarlo. 

— Por qué no dejas que ella decida, desde el inicio debió ser así,  hicimos de su cariño una guerra y la única herida fue Renka .—

El demonio hablaba con seriedad, aunque le doliera aceptaba su error, muy pocas veces lo hacía, el miró a la novia la cual se encontraba sorprendida por sus palabras, noto que él cuerpo ajeno temblaba levemente, sus ojos no expresaban nada, el sabía que lo había provocado pero estaba dispuesto hacerla despertar del mal sueño que tenía, mientras la novia miró al rubio, por unos segundos sus ojos se cruzaron haciendo que que diera un pequeño saltito, la puso nerviosa, su nirvana había aparecido, no pudo evitar reírse por el nerviosismo que tenía, Kid bajo la mirada estaba molesto por esa actitud tan estúpida pero ahí se dio cuenta que su risa llevaba lágrimas estaba quebrada, ella no sabía cómo manejar sus emociones, el por su lado se mordió la parte interna de su mejilla para soltar un poco de su frustración, sabía que podría acabar perdiendo todo pero sus ojos regresaron a clavarse en los del demonio este no evitó sonreírle de forma cínica, fue lo último que pudo tolerar, soltó a Renka con rapidez para nuevo apuntarle al rubio de nuevo, lo que no esperaba es que la novia se colocará enfrente del cañón como pudo levanto el arma para no darle el tiro, la miró con desprecio, había recuperado su voluntad. 

— Es ahora que acabe esto Shien, no sigas, tu no eres así .—

El rostro de la novia seguía con ese semblante triste, cansado, sus ojos de nuevo lo miraban a la cara pero sus labios seguían con esa tonta sonrisa, le molestaba esa mueca como si se estuviera burlando de él, de la situación, de sus sentimientos, el demonio por su lado miró a Kid el cual mostraba su dolor y odio sabía que ambos estaban en peligro se intentó acercar a la novia pero sus intenciones fueron detenidas por otro disparo del arma ajena, este le pasó muy cerca al rostro de nuevo, estaba adviertendole que no le dejaría ganar tan fácilmente, la pelinegra abrió los ojos sorprendida por el acto, la bala no le había hecho daño pero esta paso muy cerca de su rostro. 

— Maldito vaquero ...—

Musquillo Hiruma molesto como se atrevía a no importale la vida ajena, esta vez había pasado el límite ya no le importaba su vida Renka debía huir de él, pero antes de poder hacer algo de nuevo la novia se acercó al novio dejando unos pocos centímetros, Kid sostenía la escopeta con bastante firmeza preparado para disparar de nuevo. 

— Basta ya, sabes que esto está perdido desde el inicio, déjanos ir ...—

Renka lo miró con desprecio ya no le importaba nada, estaba harta de sus impulsos, de sus idioteces, solo quería dejarlo atrás y que nadie saliera herido, sin pensarlo Kid le apuntó ya no se estaba en sus cinco sentidos fingió presionar el gatillo, haciendo que la pelinegra cerrará los ojos con fuerza y el rubio corriera hacia ellos, pero en vez de disparar le dio un culetazo en la cabeza, ya no estaba en sus cabales estaba enfurecido, ambos vieron como el cuerpo de la chica caia a unos metros de ellos ya que el golpe había sido con mucha fuerza, el novio sonrió estaba dispuesto a quitarle la vida a ambos no dejaría que estuviera juntos. Comenzó a caminar a la dirección de su víctima pero un nuevo disparo lo detuvo Hiruma ya estaba harto se había enfrentado a basuras pero el superaba los límites, sin darse cuenta comenzó un tiroteo entre ambos, el rubio hacia todo lo posible para que no se acercara al cuerpo de Renka mientras Kid tiraba a matar no dejaria sobrevivientes. 

Renka aún seguía inconciente, al parecer el golpe había sido muy fuerte, su pequeño cuerpo parecia muerto, en su inconciente escuchaba el tiroteo, sabía que ambos estaban batiendose a muerte, ella sabía que era la culpable, que los había provocado, que los había usado, no sabía cómo pero los había utilizado, la que debía recibir todo su odio era ella no ellos, comenzó a entre abrir los ojos su visión era borrosa notaba un color rojizo en uno de ellos, estaba segura que el golpe la había lastimado, como pudo comenzó a arrastrarse para salir, debía aprovechar la distracción de ambos que estaban provocando, noto la inmersión de ambos hombres para herirse, a veces se escuchanban quejidos, maldiciones, gruñidos, se odiaban a muerte, el piso estaba lleno de cartuchos, polvo, sangre, rogaba que ninguno de los dos la viera, así fue, pudo llegar a la puerta donde había salido cuando inició la marcha nupcial; al estar del otro lado, se tomó unos segundos para respirar, recuperar fuerzas, como pudo se levantó y camino a la habitación donde la habían arreglado debía sacarse las zapatillas y quitarse el vestido. 

La Lucha Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora