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╚» CAPITULO UNO «╝

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『[LA VIDA DE BRUNO] 』
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CONTADAS ERAN LAS VECES EN QUE BRUNO SALIA VOLUNTARIAMENTE DE SU CASA.

Había dejado de hacerlo en el momento en el que cumplió catorce años.

Él era el único hombre en la casa Madrigal desde que tenía memoria, su madre en algún momento les había contado que su padre había dado su vida para salvarlos no solo a ellos, si no a todo el pueblo, y, por esa pérdida, había surgido el milagro, por esa perdida, él tenía un don.

La idea de que su vida sería diferente si en lugar de su padre hubiera sido otro, lo abarcaban constantemente en las noches cuando dormía solitario en su torre.

Odiaba con su vida el supuesto regalo que le habían dado, y no porque creyera que fuera inútil, no porque él mismo había implantado ese sentimiento, no, claro que no: era porque todos en ese lugar habían decidido que así debía ser.

Cuando era un niño apenas, su madre los había reunido a él y a sus hermanas frente a un trío de brillantes puertas.

Les dijo que, a partir de ese día, el milagro les concedería un don para ayudar a la comunidad, y enorgullecer a su familia.

Bruno estaba encantado con esa idea, ayudar al pueblo sonaba genial.

Pero el destino parecía querer otras cosas para él.

— El otro día, Bruno tuvo una visión, me dijo que mi pececito moriría ¡Yo lo cuido muy bien! Él solo es un rarito— Había escuchado a una muchacha decir cuando caminaba por las calles de piedra del pueblo. Chasqueó la lengua en desagrado a sus palabras.

"Oh, maldita idiota, ni siquiera era una jodida visión" Pensó furioso " Tu asqueroso pescado va a morir porque no lo cuidas tan bien como dices, te ví alimentándolo, por eso lo dije"

En otra ocasión, le hubiese importado muy poco lo que dijeran de él, pero ese día en particular estaba con pésimo ánimo.

Su día había empezado terrible luego de discutir con su hermana Pepa sobre las ratas que se habían colado en su habitación.
A pesar de que Julieta los calmó a ambos, su madre, que empezaba a mostrar los rasgos de su vejez, lo había culpado de la lluvia que había iniciado en el auge de la discusión.
La casa estuvo un buen rato inundada, pero al ver que la peliroja no parecía tener intenciones de sacar un sol y secar todo, Bruno también iba a encerrarse en su habitación.

Su madre hizo el ademán de detenerlo  cuando se interpuso en su camino, con claras intenciones de hacerle un reclamo, por lo que optó en cambiar de dirección y salir de Casita, no dispuesto a creer que el había ocasionado el caos.

Odiaba, en serio odiaba que su madre tuviera más fijación por sus hermanas que por él.

¿Con qué derecho podía decir que era su culpa? Sí, el estuvo en una o dos ocasiones dando de comer a los roedores, pero eso no significaba que el los había enviado con su hermana mayor.

Estaba harto de las críticas hacia él.
No hacia nada malo y aún así, todo el mundo parecía estar en su contra.

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