╚» CAPITULO ONCE «╝

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『[EXPLICACIONES] 』
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BRUNO NO QUERÍA HABLAR CON JULIETA.

Días después de escuchar a _____ decir el nombre de un hombre, Bruno estuvo remiso a la idea de seguir llendo al bosque, no sabiendo - o no queriendo admitir- el porqué.

Pero su casa tampoco era el lugar más agradable.

Su hermana lo estuvo viendo de manera sospechosa durante la cena de compromiso y los días siguientes; el empezaba a creer que las miradas que les lanzaba su otra hermana durante el desayuno significaban que ella también estaba empezando a creer que algo iba mal.

La mayor de los trillizos no había tenido oportunidad de conversar con él durante o después de la cena con la familia del prometido de la peliroja, debido a su constante actividad en la cocina y fuera de esta,(también porque Bruno le estaba huyendo) pero eso no significaba que no buscaba la manera de hacerlo hablar.
Ese rasgo de Julieta se vería heredado en Mirabel, Bruno lo descubriría años más tarde, dentro de las paredes la gran Casa; Casa en donde aún comía la comida caliente servida en su plato.

—Julieta, Pepa, Bruno ¿Está todo bien?

— Por supuesto, mamá, todo bien de mi parte— se apresuró a responder la pelinegra, entregándole una sonrisa a su progenitora.

—Estoy de maravilla, después de esa bellísima y encantadora propuesta de Félix—suspiró con aire soñador—... De hecho, incluso hoy amanecí sin ninguna rata en mi habitación.— Agregó desdeñosa luego de un momento de silencio, dando una mirada directa hacia el pelinegro, quien revoloteó los ojos fastidiado.

— Bien, mamá, gracias por preguntar.— se limitó a responder ceñudo tomando un trago largo de jugo de mango.

— Bueno, espero que todos esten listos para sus actividades del día...— les dijo intentando sonreír, luego, se dirigió a su único hijo— Bruno, algunas personas me han dicho que no te han visto últimamente y ayer cuando pregunté por tí... Nadie sabía dónde estabas.—las palabras de la mujer quedaron en el aire; el hombre delgado pensaba que tan bueno era para todos que él no estuviera metiendo su nariz en los asuntos del pueblo.

—No es nada, mamá... Solo estaba haciendo mis cosas lejos... ¿No deberían estar felices con el hecho de que el tipo que da mala suerte se vaya la mayor parte del día?—Cuestionó en voz alta, sin darse cuenta, dando mordiscos al trozo de pan untado de mantequilla que estaba en su plato.

Solo fue hasta que todas las mujeres en la mesa exclamaron con estupor por sus palabras, que notó esto.
El solo soltó un gruñido por lo bajo, parecía más irritable ese día que cualquier otro.

—No uses ese tono, Bruno Madrigal— advirtió su madre, colocando sus manos en la superficie

—Si el problema es que los del pueblo no me están viendo trabajar o que no tienen a nadie de quién hablar a sus espaldas, madre, no te preocupes, hoy cumpliré todos mis deberes.— Habló arrastrando la silla tras de si para dirigirse a la puerta del comedor.

Escuchó los llamados de Alma, pero no quiso hacerles caso.
Sin saber que estas discusiones solo lograban que más se alejara su puerta y dieran inicio a unas mínimas grietas

...ᘛ⁐̤ᕐᐷ...

—¡Bruno! ¡Bruno! ¡BRUNO!

—¿¡Qué quieres Julieta!?— le gritó dándose vuelta irritado por la insistencia de su hermana— lo siento, no quería gritar, lo siento, no quería, fue mi culpa, perdón—se disculpó rápidamente.—¿Qué es lo que pasa?— Preguntó esta vez más calmado.

— Quiero saber que es lo que te pasa, Bruno... Haz estado actuando raro. Llegas a la casa con la ropa rota, te escondes de todos, usas ropa que ni siquiera es tuya... ¡Te pones altanero frente a nuestra madre!— enumeró la mujer de prendas azules.

El hombre pasó sus manos por su cara exasperado.
Bruno no quería que nadie supiera de sus encuentros con la muchacha de cabellos oscuros.

Él y Julieta tenían una mejor relación de hermanos de la que tenía con Pepa, pero aún así, el sabía que ella también pensaba igual que todos: Que él era de mala suerte. Solo que ella no lo decía en voz alta, porque era demasiado buena para hacerlo.

Bruno no quería creer que alguien pudiera demostrar genuina preocupación por él al sentirse tan apartado de todos; incluso si ese alguien tuviera su misma sangre.

Entonces ¿Para que decirle? ¿Quizás ella le advertiría lo terrible que era para cualquiera juntarse con el? ¿Quizás le diría sobre su terrible reputación de malas predicciones y entonces la única persona con la que pudo conversar como si fuera un humano y no una rata se alejaría?

Bruno no quería arriesgarse a eso.

—Son mis cosas Julieta, te agradezco por preocuparte, pero hay veces en donde no podemos saber todo acerca de los otros.

Y entonces, Bruno se alejó.

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Deberíamos funar a Bruno por hablarle así a Julieta




🄳🄴🅂🅃🄸🄽🅈 | 🄱🅁🅄🄽🄾 🄼🄰🄳🅁🄸🄶🄰🄻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora