╚» CAPITULO DOCE «╝

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『[PINTURA] 』
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_______ ERA ALGUIEN QUE VIAJABA CON FRECUENCIA.

Desde niña había visitado muchas partes del mundo (en realidad, solo parte de América latina), descubriendo culturas nuevas, buenas comidas, y sus amoríos de juventud.

Normalmente no pasaban del año en un sitio, porque siempre volvían a los cambios constantes de residencia.
(Viktor decía que pronto tendrían que tomar una vivienda estable para que Nicolás pudiera crecer con normalidad)

Pero todos esos caminos resultaban en algo: ella hacía una pintura de la cosa que más le gustaba de ese lugar.

Solo que aún no descubría que era aquello que más le gustaba de Encanto.

Claro que intentó pintarlo, pero parecía que no había ninguna inspiración naciendo.

Era un pueblito alegre, claro ¿pero que de interesante tenía? No era ni un cuarto de tierra comparado a los pueblos que había visitado antes, entonces con un par de visitas podía decirte al derecho y al revés los caminos que había que tomar para llegar a algún lugar.
Por eso, al no encontrar nada interesante, se resignó a pintar el paisaje que la recibía al abrir la puerta hecha de madera en su casa temporal: "un río cristalino adornado con árboles y arbustos de todo tipo" había nombrado a la pintura, no del todo convencida.

Porque simplemente no era especial

Había empezado meses antes de conocer a Bruno, por lo que al estar tan poco interesada en terminar la pintura, sus huidas al bosque la hacían despejarse.

—¿Qué tal vas con eso?— preguntó una voz gruesa a sus espaldas, Viktor acababa de llegar. ______ reposó el pincel que estaba utilizando en el agua antes de soltar un gemido de frustración, echando su peso en la silla en donde estaba.

—¡Es horrible! No tiene profundidad, los trazos son torpes, la teoría del color me está haciendo sacar canas.— ennumeró enredando sus dedos en su cabello azabache recogido en un moño para que no le molestara.— Bienvenido ¿Te fué bien hoy?

El hombre rió por la actitud de la mujer mientras le daba unas cuantas palmaditas en el hombro, luego se colocó a un lado para observar el lienzo.

—Para mí se ve bastante bien.

—Para tí siempre están bien— Replicó bufando con gracia.— Para cuando nos vayamos, no voy a dejar nada de mi en Encanto.

Viktor la miro con ojos cansados antes  de soltar un suspiro.—¿Estás segura de que quieres irte? Este lugar es tranquilo y le pusimos mucho esfuerzo a esta casa.

— Bueno... Sabes que quiero viajar tanto como pueda, pero si te quieres quedar...

—No, está bien, pero será nuestro último viaje. El próximo pueblo que visitemos será nuestra estadía permanente.

— Seguro, es mejor, no hay nada realmente interesante aquí, es como si se hubiesen estancado hace veinte años o algo así— bromeó tomando otra vez las pinturas y mezclandolas en su piel.— Además, será lo mejor para Nico, ya no puedo solo hacerlo encariñar con la gente para luego solo irnos.

— Ahora que lo dices ¿Recuerdas cuando llegamos? Parece que ya sé que fue lo que-

Pero antes de terminar su oración, la pelinegra lo interrumpió al levantarse bruscamente y salir corriendo al agua dejando caer su silla en cuestión de segundos.

—¡______! ______, Cielo, ¿Estás bien? Respira, inhala, exhala... Así... Muy bien.

El vómito empezó a diluirse gracias a la corriente del agua.

Las gotas de sudor y saliva hicieron a la muchacha colocar su frente en el césped mientras jadeaba en busca de aire.

— Estoy bien... Estoy bien...— Repitió buscando el equilibrio, el adulto la ayudo a sentarse m

— Toma, bebe —ofreció un vaso al volver con ella. La azabache lo tomó todo de golpe.

—Creo que... Necesito aire...Voy a caminar.— Habló entrecortada

— Cariño ¿Quieres que te acompañe?— le cuestionó cuando estuvieron ambos de pie.

Negó diciendo que iría sola
No fue muy lejos de la cabaña, fue a su lugar especial,entonces se sentó a las orillas del río y colocó ambas manos en el rostro.

Desató su cabello y dejo que sus pies entraran en el agua para jugar un poco con ella.

Se sentía apenas más estable.

Empezó a cantar solo para calmarse y olvidar la sensación de hace unos minutos.

Pero sintió algo.
Una mirada.
¿Qué era?

Apenas y alzó la vista una vez se calló, las cejas arqueadas en confusión.

Entonces vió colgado de la rama de un árbol un hombre al que su mente describió como un tipo de bigote gracioso.

Parecía estar en su mundo cuando se acercó a hablarle, con intenciones de reprocharle sus acciones.
Pero apenas habló, el sujeto en cuestión se cayó del árbol en donde estaba.

Quiso burlarse, quiso preguntar si estaba bien.
En lugar de eso solo pudo escuchar como el pelinegro de ropas verdes se disculpaba repetidas veces y se marchaba a toda velocidad del bosque.

Le pareció extraño -un poco turbio también- pero no lo suficiente como para pensarlo demasiado, de todas formas, seguro y no volvería a ver a ese tipo.

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🄳🄴🅂🅃🄸🄽🅈 | 🄱🅁🅄🄽🄾 🄼🄰🄳🅁🄸🄶🄰🄻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora