XIX

4.4K 424 4
                                    

Deniz disfrutaba de ver a las chicas bailar, la música y aquella comida junto a las sultanas pero era una madre bastante sobreprotectora, no estaba tranquila sin ver que sus hijos estén bien, se levantó de donde estaba, hizo una reverencia a la sultana Hürrem y la sultana Mihrimah para después salir de ahí llendo al jardín donde estaban los niños. Hecho un pequeño vistazo, sus hijas y su hijo jugaban con aquellas espadas de madera junto a los demás príncipes. La sonrisa de Deniz era amplia, estaba tranquila, su vida era buena ahora y en esos momentos era cuando agradecía a Allah por permitirle tener una familia. Al verla ahí Cihangir sonrió cruzando su mirada con la suya, con un pequeño movimiento de su cabeza le indicó ir a otro jardín, la pelirroja asintió, se adentró un poco en el resto de los jardines hasta llegar al indicado, uno que por sus amplios árboles ocultaba muy bien a ambos.

—Alteza— Deniz recibió al príncipe en un abrazo, Cihangir tenía una manía de cada que se abrazaban su rostro se ocultaba entre los rizos de su esposa, buscaba aquel aroma que le gustaba incluso besaba la piel del cuello de la pelirroja.

—Mi Deniz... Extrañaba tu aroma y tu presencia.

—Alteza, solo hemos estado superados por un día...— Deniz  tomó entre sus manos el rostro de Cihangir, miró aquel azul de sus ojos perdiéndose totalmente en ellos. —un día bastante largo. Pero, para que no nos extrañemos mucho, déjeme disfrutar de este corto momento... Donde solo estamos nosotros y nuestros labios— luego de decir aquello ambos acortaron aquella corta distancia que los separaba uno del otro en un beso sincero lleno de cariño y ternura. —Alteza, debo regresar adentro, pero nunca olvide que su esposa lo ama, como nunca ha amado a ningún otro hombre

—Deniz, mi corazón revolotea al escucharte, puedo sentirte, puedo saber que mi amor por ti, es Correspondido con la misma intensidad, te veré luego Deniz, tal vez debamos dormir a nuestros hijos juntos.— luego de varias palabras de despedida y más besos finalmente Deniz regresó adentro, caminaba por los pasillos con la intensión de regresar adentro más las voces de un par de mujeres hicieron que se detuviera y dirigiera su camino hacia donde provenía aquel sonido, al llegar al pasillo se quedó paralizada por la escena

—Sultana Nurbanu... ¿Qué ha hecho?—en cuanto Nurbanu se dio cuenta de su presencia soltó aquella pieza de metal cubriendo su rostro con sus palmas, Deniz se acercó a Cihan quien  sangraba por el golpe y había caído inconsciente.

—¡puedo explicarlo! Yo.. ¡Yo no quería!— Nurbanu empezaba a notarse nerviosa, Deniz sintió aquel temor. ¿Qué iba a hacer? Decir la verdad o ayudar a Nurbanu. —No podía dejar que ella dijera esas mentiras... Lo hice por mis hijos.. Para no dejarlos sin madre. —Deniz solo se levantó, miró por todos lados ansiosa.

—Sultana... Que Allah nos perdone. —Al notar aquel pendiente en el suelo lo tomó en sus manos, miró a Nurbanu tomándola del brazo llevándola lejos de ahí. —Allah me perdone... Vamos sultana, debemos alejarnos de aquí, cualquier cosas usted y yo... Estábamos juntas mirando las flores del jardín.— Había decidido el lado de Nurbanu, no estaba feliz, para nada. Pero antes ya había ensuciado sus manos de sangre, antes había sido cómplice de injusticias, podría con una más.

La muerte de la sultana Cihan se anunció en todo el palacio, de alguna manera aquel secreto la había acercado aún más a Nurbanu, pero, sabía que alguien más sabía la verdad. Aún recordaba la mirada de la sultana Hürrem cuando fue el funeral. Ella lo supo.

—La muerte rondará por el palacio, vienen traiciones, sufrimiento, enfermedad... Tiempos donde lo que la rodea perderá color, su corazón se llenará de sufrimiento que usted misma tendrá que hacer que se detenga.— Hacia un tiempo Deniz visitaba a una curandera, como habían pasado los años, el dolor del príncipe Cihangir había aumentado y la medicina que aquella mujer preparaba calmaba aquellos dolores por meses. Luego de algunos años de visitarla la curandera había hecho algo para ella, leer su fortuna, más aquellas palabras rondaban por su mente todo el tiempo.

—Madre, madre ¿por qué lloras?— Deniz miró a Gülbahar, sonrió un poco llevando sus manos a sus cabellos. —No es nada cariño, mamá está bien.

—Es por mi padre— Ozan habló mientras miraba a Cihangir dormir tranquilamente debido a el efecto secundario de la medicina. —A mí también me duele ver a papá sufrir, pero verte llorar madre, eso me destroza por completo.

—Madre, no tienes que estar triste, te aseguro que estudiaré mucho, yo sanaré la enfermedad de papá, haré lo que todos esos médicos no pueden.— La pequeña Yıldız quien siempre había mencionado su interés por la medicina trababa de hacer sentir bien a su madre. Deniz extendió sus brazos recibiendo a sus tres hijos en ellos, beso sus cabezas con cariño luego de acurrucarlos.

—Mis pequeños. Lo mejor que pueden hacer por mi y por su padre es mostrarnos esa sonrisa, si ustedes son felices nosotros lo seremos también. Su padre es el príncipe más valiente y fuerte, mírenlo, esta luchando por ustedes por nosotros.
Pará qué nuestra familia siga así de unida más tiempo. Así que sonrían para nosotros dos, ahora vayan a sus aposentos, es tarde y deben dormir, vayan.

—Buenas noches madre, buenas noches padre— Dijeron los niños en coro para después irse de aquella habitación, Deniz se acercó de nuevo a la cama acostandose a un lado de Cihangir.

—Usted es fuerte, y el más valiente príncipe alteza, yo lo sé, ahora descanse, su esposa y sus hijos lo esperan— dejando un beso en su frente Deniz se acurrucó buscando estar segura a su lado para finalmente quedarse dormida.

El ángel del imperio Cihangir, El Sultán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora