Capítulo 15

253 46 5
                                    

—No podemos alejarnos demasiado, tu padre no tardará en llegar y no andará muy contento. —Advirtió Luis Fernando.

—No me importa, solo quiero estar contigo.

Él la abrazó y le dio un beso en el cuello.

Se alejaron solo un poco de la casona.

La noche era cálida, mas la brisa se paseaba con gran ímpetu haciendo que los cabellos de Vicky bailaran a su son.

Él tomó su rostro en sus manos.

—No me gusta verte con esos ojos tristes.

—Estoy asustada, pensé que podría escabullirme de las locuras de Antonio Araujo, pero está tan decidido, no puedo casarme con ese hombre.

Él la escudriñó con esos preciosos ojos azules.

—Cásate conmigo.

Ella se quedó pasmada viéndolo.

—¿Casarnos? —preguntó sin salir del asombro

Él asintió.

—Es la única manera detener a tu padre.

—Mi papá te mataría, yo no podría soportar que te hiciera daño. —Y aquello lo decía con toda verdad, últimamente Luis Fernando se había vuelto muy importante para ella y no deseaba que nada le ocurriera.

—Él no hará nada. —Afirmó él

—¿Cómo lo sabes? Mi nana dice que es un hombre de temer y poderoso.

Él la soltó y frunció el ceño

—¿Es que no deseas casarte con un capataz? ¿Es eso?

Antes de conocerlo a él, esa sería una completa razón de peso para negarse a su propuesta, pero la joven estaba tan enamorada del catire que eso realmente le importaba muy poco.

—Si me importara que fueras un trabajador de la hacienda, jamás me hubiera acercado a ti.

Él la tomó por la cintura, pegó su frente a la suya.

—Entonces acepta mi propuesta y déjame a mí, encargarme de tu padre.

—No quiero que te haga daño.

—No lo hará. —Respondió con absoluta seguridad.

Deslizó su mano por la mejilla y la besó con ardor. Le acarició suavemente los pechos mientras con el pulgar le buscaba el pezón a través de la fina de la de su blusa. Ansioso, separó los labios de su boca y se los deslizó por el cuello hasta encontrarle el pulso. A Vicky se le tensaron las piernas y lo aferró por los hombros para no perder el equilibrio. Luis Fernando suspiró y la atrajo con más fuerza hacia su cuerpo. Cuando volvió a besarla, ella ya no pudo contener los gemidos de súplica mientras se excitaba más y más, y otra vez él se detenía, aunque Vicky sentía que cada vez le costaba más detenerse al igual que ella.

—No has contestado mi pregunta. —Le dijo en su susurro.

Tener a ese hombre a todas horas y completamente suyo, era una oferta muy tentadora y que, para una mujer con sangre en las venas como ella, era muy difícil resistirse.

—Si —dijo riéndose —si me caso contigo.

Él sonrió y la volvió a atraer hacia sí y devoró su boca.

Antonio llegó furioso a El Morichal, fue directamente a la habitación de Vicky quien ya se había cambiado de ropa y pretendía irse a dormir.

—¿Se puede saber por qué coño te largaste de la casa de los Gallardos sin mi consentimiento?

—Tenía una jaqueca terrible. —Se excusó.

—No me vengas con eso a mí, tú no sufres de jaqueca.

—Tú no me conoces. —Respondió Vicky a la defensiva.

—Soy tu padre.

—Tú eres mi progenitor, un padre no abandona a su hija y luego la trae de vuelta con engaños, solo para obligarla a casarse con un hombre horrible, todo por el maldito dinero, no vengas aquí a darte golpes de pecho del padre abnegado que tú a mí si no puedes engañarme.

Antonio se quedó pasmado ante las palabras hirientes de su hija, pero eso no lo hizo retroceder en sus intenciones.

—María Victoria, estás agotando mi maldita paciencia, ve haciéndote la idea que serás la esposa de Patricio Gallardo y eso no vas a poder evitarlo.

Ella retó a su padre con la mirada y sonrió con malicia.

—Eso lo veremos papá.

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora