Capítulo 29

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Malandro por lo general connota a una persona que: consume drogas, alcohol y delinque. Cometer actos al margen de la ley determina a una persona malandra.

Por consiguiente, suelen ser personas desproporcionadamente tierruas,es decir con un bajísimo nivel de educación y vestuario muy peculiar (generalmente repulsivo a la vista) y se puede presentar en ambos géneros hombre o mujer.

Este apelativo habitualmente es dado a personas que habitan los barrios de las diferentes ciudades del país y a pesar de ser muy despectivo suele verse como un halago, para algunos por denotar maldad, y otro por el ser el mandamas de la calle donde habita.



Una vez que las aguas se calmaron después de la tempestad del desayuno, María Victoria plenamente satisfecha le dio curso al siguiente paso de su plan.

Se sentó en el salón donde se encontraba el teléfono de la casa y marcó el número de su mejor amiga, Pamela.

—Hola Pamelita —La saludó en tono alegre.

La joven al otro lado de la línea soltó un grito que casi deja sin audición a Vicky.

—Que ingrata chama, desde que te largaste para el monte, ni una llamada me haces.

—Si supieras todo lo que he pasado, comprenderías por qué me he mantenido alejada.

—¿Qué ocurrió? No me ocultes nada.

—Luego te contaré... Te llamé porque quiero que vengas a visitarme.

Pamela volvió a gritar emocionada.

—Qué maravilla —Su voz chillona se clavaba como pullas en el oído de Vicky —Caracas no es lo mismo sin ti, ya no hay diversión como antes, imagínate que fui a una discoteca la semana pasada y lo estábamos pasando de lo mejor cuando pusieron una canción horrorosa de lo más niche que pudieras haber escuchado, el meneíto y eso no fue lo peor, lo más out de la noche fueron los malandros que llegaron vestidos con su ropa barata comprada en el mercado del cementerio y con sus botas Jordan de imitación amedrentando a todos, yo me quise morir en ese momento ¿Cómo se le ocurre a esa chusma venirse a meter en Las Mercedes? Yo salí huyendo despavorida, estaba aterrada de que me fueran a robar.

—Me imagino —A María Victoria su amiga, le pareció tan superficial y comprendió que ella era así al llegar a El Morichal ¿en qué momento había dejado a esa chica atrás? ¿Cuándo dejó de desear regresar a Caracas? ¿En qué momento había dejado de ser importante las fiestas para ella? ¿Desde cuándo la capital ya no formaba parte de sus pensamientos? Y todas las preguntas tenían una sola respuesta: desde que Luis Fernando entró en su vida.

—¿Vicky estás allí? —Preguntó Pamela al ver que su amiga no habló más.

—Si aquí estoy, como te decía, unos días en la hacienda te relajarán y te harán olvidar ese mal trago, además no quiero que vengas sola, trae a todo el que puedas.

—¿Qué? —La chica volvió a gritar y Vicky tuvo que alejarse el teléfono —¿Estás segura? ¿Tu papá no pegará el grito en el cielo? Mira que somos como dirían los niches de Petare "somos una patota"... Dios que horrible esa palabra. —Dijo riéndose de sí misma.

Vicky la acompañó en su risa y luego le comentó:

—Tengo tantas cosas que contarte Darling, pero por mi padre no te preocupes, quiero que traigas a todos nuestros amigos, aquí en mi casa, hay espacio para todos, si yo no puedo ir a Caracas que Caracas venga a mí. —Dijo con absoluta malicia.

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora