Capítulo 42

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San José de Tiznado cada 19 de marzo se viste de fiesta celebrando el día de San José su patrono, ese día es más esperado que las navidades y es que en ese pueblito de solo cuatro calles no tiene nada mejor que hacer, que trabajar en los campos recogiendo melón y sandía en verano y sembrando maíz en invierno, su única diversión es el chisme y los bares de Clarita y el nuevo tugurio del portugués donde los hombres pasan las larguísimas horas los viernes, sábados y domingo apostando a los caballos.

Por lo que las fiestas son para las mujeres, hombres y niños un gran acontecimiento, ni siquiera es porque son religiosos, ya que la iglesia se cansa de dar campanadas a los habitantes para que asistan a la misa del agasajado y a la procesión y únicamente asisten las señoras que viven diariamente metidas en la iglesia.

Lo que realmente le gusta a los san jocedeños es lucir sus mejores galas esos tres días; Los hombres pavonearse antes las muchachas y las mujeres ponerse bonita para ellos; por eso acosan a la única peluquera del pueblo para que les pinte el cabello, se los corte y las haga sentir hermosas, el problema es que la estilista que dice ser la mejor en lo que hace, dizque porque ella en Caracas trabajaba en las mejores peluquerías, pero nada más alejado de la realidad, ya que la mujer llegó al pueblo con cuatro niños y sin marido, no le quedo otra cosa que trabajar y como lo único que había realizado en sus años de juventud fue un cursito de afeitar perros, optó por abrir su localcito y afeitar gente, es por eso que la peculiar peluquera a los hombres los trasquila y a las mujeres le deja las greñas como los pelos del jojoto gracias a los mal aplicados químicos, los cortes de cabellos que le hace a las pobres incautas que tienen fe en que las dejen bellas son semejante a una casa de perros y si se los secan parecen que van a volar por el friz, en lugar de salir preciosas salen horrorosas y peleando con la mujer que se ha hecho célebre en el pueblo por la fila de maridos que ha coleccionado y porque cuando la acusan de farsante saca a la malandra que lleva dentro.

—Mira cómo me ha dejado, lo que me provoca es echarte unos tiros —le dijo un cliente

frustrado —sacando la pistola y apuntando al suelo.

—Esa es la última moda en Caracas, yo no te tengo miedo, yo tu pistola me la meo* —le respondió la mujer alzada.

El pobre veguero tuvo que irse con sus pelos dispares y calarse la burla de los amigos, porque eso si tiene el venezolano a lo ancho y largo del país, que es chalequeador* y se ríe de sus propias desgracias y la de los demás, en fin, las fiestas de San José es un jolgorio, que comienza con la misa y la procesión del santo patrono por las calles del pueblo, luego se realiza el alpargatazo es un fenómeno cultural masivo, que es una gran parada de danza folclórica en las que participan grupos infantiles, juveniles y de los no tan jóvenes realizando diversas coreografías.

María Victoria asistió con Julio al evento, ya que su esposo se quedó en Los Sauces practicando para su presentación en los toros coleados.

Vicky vio a su fiel compañero bailando y se rió recordando como había salido aquella mañana vestido con su pantalón beis arremangado hasta las pantorrillas, con una camiseta blanca, sus alpargatas negras y su sombrero pelo e' guama, caminaba con los hombros elevados y con la ceja que casi tocaba el inicio de su frente.

—¿Nos vamos patroncita? — Preguntó con un tono muy similar a alguien que ella conocía demasiado bien.

—¿Julio por qué estás hablando así? — Le preguntó con suspicacia.

—Yo hablo así, pues.

—¿Tú estás imitando a Luis Fernando? —Le preguntó Vicky poniendo la mano en la cintura.

Julio abrió los ojos y se puso rojo como un tomate al ser descubierto.

—A pues patroncita usted no lo deja ser feliz a uno. — Respondió avergonzado dándole un golpe a una piedra con la mano metida en los bolsillos.

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora