Capítulo 39

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El bolívar es la moneda oficial de Venezuela y sustituyó a la divisa conocida como «el venezolano» en 1879. El organismo gestor de la misma es el Banco Central de Venezuela.

María Victoria llegó con su prima a Los Sauces, la joven se encontraba muy nerviosa, parecía un parajillo asustado y no era para menos, toda su vida le inculcaron que los Montenegro eran el diablo y ahora iba a meterse en la casa de la asesina de su padre. Pero era eso o vivir con su desalmado tío. Vicky le había demostrado que podía confiar en ella y aunque el temor la embargara, no regresaría a El Morichal, además su estadía en ese sitio sería corta, porque ahora estaba plenamente convencida que su destino era tomar los hábitos.

Vicky estacionó el vehículo y vio que la zona estaba despejada, por lo que metió rápidamente a la muchacha a la casa. No tenía ni idea de lo que iba a ser con su prima, por lo pronto, lo primero que se le ocurrió fue meterla en la habitación de su cuñada.

—¡Oh por Dios! ¿Verónica que te ocurrió, que te pasó en la cara? —Preguntó la menor de los Montenegro a ver a su amiga en semejante estado.

—Es una historia larga Hada —Respondió Vicky apresurada —necesito que mi prima se quede aquí, hasta que hable con tu hermano.

—¿Vas a vivir aquí? —La joven le preguntó a su amiga.

Verónica asintió con los ojos nublados por las lágrimas.

—¡Qué emoción! —Aplaudió emocionada —cuenta conmigo cuñis —le dijo a María Victoria — yo cuidaré de Verónica, nadie se enterará de que está aquí hasta que tú nos diga.

—No esperaba menos de ti —respondió Vicky sonriendo —Las dejo, voy a ver si ya se enteraron de mi ausencia, Dios quiera haya pasado desapercibida.

Cuando María Victoria salió de la habitación, las dos amigas se fundieron en un abrazo fraternal.

—Ahora sí, dime que fue lo que pasó —Dijo Hadassah, quitándole el pequeño bolso de la mano y guiándola para que se sentara en el sillón de orejera y ella hacía lo propio a su lado.

—Mi tío me golpeó por no querer casarme con el Gallardo.

Hadassah la miró sin poder creer lo que le decía.

—Ese hombre es un desalmado, mira lo que te hizo —le señaló el rostro.

Verónica sollozó.

—Fue horrible, mi tío es un demonio.

—No tengo duda alguna, mas tú, tranquila, aquí Los Sauces no es la maravilla del mundo, pero al menos nadie va a golpearte ni a casarte con un Gallardo.

—Con eso me basta —Respondió Verónica sonriendo con alivio, se alisó el vestido que llevaba puesto y luego le comentó a Hadassah:

—Después que ustedes se marcharon ese día de la hacienda, sucedió esto — señaló su rostro —luego, Alejandro estuvo conmigo y me cuidó juntamente con mi tía y la nana Dolores, en ese tiempo no dejó de preguntarme quien eras tú, creo que lo dejaste impactado.

Hadassah sintió un brinco en el corazón, pero de inmediato se reprendió por esa emoción.

—Seguro que él queda impactado por cualquier muchacha. —Respondió restándole importancia al comentario, aunque en el fondo se moría que fuera así.

Verónica se le quedó mirando extrañada, aunque siguió hablando de su primo:

—Alejandro es un hombre muy apuesto y si tiene a muchas muchachas delirando por él, pero yo no lo he visto interesado en ninguna.

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora