Capítulo 32

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Los 'caballos cerreros' llegaron a las sabanas del Casanare por los españoles. Tienen una particularidad y es que son caballos “de aguante”.  “Es un caballo adaptado a las condiciones del llano. ... La resistencia de estos caballos se logra con la formación que reciben desde que son potros.



Hadassah retrocedió y Verónica se puso a su lado las dos se miraron las caras, asustadas.

—¿Quién eres tú? —Preguntó Alejandro extrañando al ver a esa preciosa joven en la habitación de su prima.

Verónica que era consciente de la delicada situación intervino rápidamente.

—Es una amiga que ha venido a visitarme, pero que ya se iba.

Él no apartaba la mirada de Hadassah y eso puso muy nerviosa a la porque tenía miedo que la reconociera.

—¿Tú eres del pueblo? — Indagó —Porque yo nunca hubiera olvidado la cara de una muchacha tan linda.

Las mejillas de Hadassah se enrojecieron de inmediato.

—Ella no es del pueblo y por favor primo, déjanos sola. — Volvió a intervenir Verónica.

—¿Tú no hablas? ¿Eres muda catira?

—No, no soy muda —logró decir al fin y Alejandro al escucharla sonrió ampliamente.

—¿De dónde eres? Yo puedo llevarte.

Verónica se interpuso entre su primo y su amiga.

—Tú no vas a llevar a nadie. — Le respondió malhumorada.

Alejandro frunció el ceño.

—Verónica no seas tan descortés, no parecen cosas tuyas— la tomó por los hombros y la movió hacia un lado, para acercarse nuevamente a la joven —¿Cómo te llamas catira?

Hadassah no dejaba de mirarlo, porque en ese instante, dentro de ella, tenía un cúmulo de sentimientos encontrados, por fin podía ver cara a cara a Alejandro, al amor de su vida y su realidad sobrepasaba sus expectativas, pero también la noche en Los Sauces, se repetía una y otra vez en su cabeza, no olvidaba que ese hombre era el amante de su madre.

—Mi nombre no es relevante —Le contestó ella en tono seco. —Y no pienso decírtelo.

Él sonrió.

—¿Así que eres arisca? —Le preguntó sonriendo.

—Ya basta, Alejandro —Verónica lo empujo fuera de su habitación. —Ve a trabajar y deja de estar molestándonos.

— Luego tú y yo hablaremos primita porque quiero saber todo sobre esa preciosura que tienes de amiga. — Le susurró.

Verónica trancó la puerta y las dos volvieron a respirar normalmente.

—Estás metida en un problemón porque Alejandro no descansará hasta saber todo de ti y no sé cómo se tomará el hecho que seas una Montenegro y que estés en la casa, lo único que es seguro es que has capturado su atención, se te ha cumplido el sueño, amiga.

—Un sueño que se puede volver mi pesadilla —dijo con pesar.

****

María Victoria después de hablar con su nana recorrió la casa para encontrar a la sirvienta arribista de Alecia, en el recorrido se encontró con Andreína.

—Vaya, vaya ¿Mira a quien tenemos aquí? Nada más y nada menos que a la señora Montenegro —dijo su prima con sarcasmo y una sonrisa falsa.

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora