Capítulo 46

355 49 2
                                    


Chuleo: describe la acción de chulear, en Venezuela usamos chuleo para indicar que alguien vive a costa de otro, sin retribuirle con trabajo ni nada, fulano vive la vida en un perenne chuleo con sus padres, fulano se está chuleando a su novia
Sinónimos de chuleo son holgazán, zángano, vividor, flojo, zanganear, holgazanear.

"No soporto más tu chuleo, asume tu responsabilidad y busca trabajo"

María Victoria, aun acostada en su cama enredada en los brazos de Luis Fernando, que la tenía fuertemente agarrada por su cintura y pegada a su pecho, mientras dormía plácidamente, recordaba todo lo que había vivido la noche anterior.

Julio al fin pudo cumplir su sueño, Vicky sonrió al rememorar aquello, Elenita aquella noche iba engalanada con un vestido llanero que secretamente ella había mandado a comprar porque quería que la joven estuviera preciosa ese día y es que la humilde jovencita era una muchacha que provenía de una familia muy pobre, era la mayor de 9 hermanos; su papá murió y su madre se encontraba muy enferma, así que la joven trabajaba para mantener a su familia, vivían en un ranchito donde escaseaba todo, por eso María Victoria se conmovió y quiso darle ese regalo. Su vestido de llanera de color rosa pálido con bordes blancos, los hombros descubiertos, acompañado de un recogido con flores silvestre y las infaltables alpargatas que iban a juego. El enamorado de Julio al verla por poco se desmaya, después de un buen pellizco, se enderezó y entró en el bar de Clarita con Elenita del brazo.

Caminaba erguido, muy orondo, como si de un pavo real se tratara, esa noche Julio se creía el dueño del pueblo.

— Clarita por favor tráigame una cerveza y un refresco para mi novia y para mi amiga Vicky. —Con la voz de galán de telenovela de quinta.

María Victoria lo miró levantando una ceja.

El abusador de Julio le guiñó el ojo y luego levantó las dos cejas mientras miraba a Elenita, que tenía las mejillas coloradas.

Todos los presentes se quedaban mirándolos.

Clarita, una mujer entrada en años y en carnes, vestida con unos pantalones ajustados que Vicky se preguntó más de una vez esa noche como hizo para ponerse tal prenda, además de una pequeña blusa que dejaba una gran parte de su abultado abdomen a la vista al igual que sus protuberantes pechos, pintada de manera llamativa y una peluca roja semejante a un cerro en llamas.

—¿Julio te ganaste la lotería? —Preguntó la mujer con curiosidad, mientras le servía lo que había pedido.

—Que va Clarita, el trabajo en Los Sauces, allá me pagan muy bien.

—Ya veo porque hasta a tu patrona has traído —La mujer le dio un repaso a Vicky, luego le sonrió con calidez.

María Victoria le devolvió el gesto, al principio Clarita intimidaba por su aspecto, pero al tratarla un poco, las perspectivas cambiaban, ya que era una mujer agradable y bastante extrovertida.

María Victoria decidió darles espacio a los enamorados y se sentó en otra mesa, le pidió a Clara que le sirviera todo lo que quisiera al par de tortolitos, eso sí que no le mencionara nada a Julio, porque si no era capaz de invitar a todos los que allí se encontraban.

Mientras disfrutaba de su Coca Cola bien fría, se apareció Octavio que iba con la intención de comprar licor, pero al verla no dudó en acercarse y sentarse en la mesa.

—Hola chama, tú si estás bella hoy —Le dijo emocionado al verla sola.

Vicky lo observó con fastidio, Julio se levantó de la mesa al ver al hombre, pero ella le hizo un gesto con la mano, indicándole que se quedara tranquilo, luego le dijo al intruso:

Entre el Amor y el OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora