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El joven de rubios cabellos examinó detenidamente el centelleante objeto que yacía plácidamente sobre la palma del castañito. La resplandeciente luz del sol abrazó por completo el delicado libro dorado, permitiéndole brillar plenamente tal cual un astro en una noche sombría.

El chico a un lado suyo miraba totalmente hipnotizado la pequeña reliquia; sus grandes y bonitos ojos únicamente admiraban aquel objeto con total devoción. Otro flameante destello fue dado al sofisticado dije y, claro está, que los ojos de Yang chispearon nuevamente.

Jay se encontró a sí mismo fascinado con ese mirar, con esos hermosísimos ojos pardos, con esa sonrisa enigmática, con todo su existir. Su corazón abatido de emociones palpitó aún más fuerte dentro de su interior, millones de luces explotaron por todo su cuerpo y un terrible escalofrío recorrió por completo su espina dorsal. 

Los segundos dejaron de avanzar en ese preciso momento, e incluso, el mundo pareció detenerse súbitamente también. Jay no tenía ni la menor idea sobre su sentir, sin embargo, tenía muy en claro aquel calorcito que se le instalaba en el pecho cada que miraba a  jungwon. 

Jay  se permitió admirar un poco más al azabache; grabando y trazando cada una de sus hermosas facciones dentro de su memoria. Para él, Yang  jungwon era la más preciosa obra de arte que jamás haya existido, de principio a fin.

Llevaba un tiempo en la condición de gozo inexplicable dónde la simple presencia del castaño era suficiente para él, es decir, el solemne* porte de Yang jungwon era capaz de eso y más.

Jay podría pasar horas y horas admirando al castañito sin siquiera agotarse una pizca.

¿Podrías mirar a tu alrededor?, irrumpió su lobo en un dulce susurro.

¿Para qué?, cuestionó. Mi vista es perfecta, no necesito más, susurró soltando un inaudible y acaramelado suspiro.

¡Obviamente!, aulló eufórico su lobo. Pero, creo que debes alzar un poco la vista.

park soltó una exasperada exhalación antes de despegar sus ojos del cuerpo contrario al suyo. Vaya sorpresa se llevó al darse cuenta de los ojos bañados en furia que le miraban directamente. Los antiguos ojos marrones ahora estaban pintados de un rojo vivo, parecidos a la sangre misma.

Mierda, piensa mientras su lengua humedece sus secos labios aunque, su garganta parece haberse secado también y jay  se ve obligado a pasar saliva por la misma.

Su par de orbes no está dispuesto a ceder tan fácilmente por lo que mantiene la mirada de la misma forma que Sunghoon  . Sus ojos, ahora grises, miran con total recelo a sunghoon pues no logra entender la razón de su extraño comportamiento. La mirada que el peli-negro le dirige es feroz, dándole un toque realmente aterrador.

Jay no está dispuesto a perder, sin embargo, la melodiosa e imperdible voz de jungwon  resuena por todo el lugar, llamando la atención de ambos Alfas.

—Está muy lindo, realmente disfruté el poder tenerlo entre mis manos—manifiesta con una encantadora sonrisa antes de posar su delicada mirada sobre  Sunghoon.

—No es nada—responde el nombrado totalmente normal. jay  se sorprende pues ya no hay rastro de aquellos temibles ojos rojos.

¿Que diablos fue eso?, se pregunta mentalmente mientras se rasca la nuca un tanto ansioso. Sus ojos lentamente van cambiando, volviendo a su tono natural.

—Park —le llama jungwon  pero él parece no escucharlo, incluso estando a un lado suyo.—¡Park!—vuelve a llamarlo pero esta vez en un potente grito.

—¿Eh?—responde bastante aturdido, su mente siendo atacada por los recuerdos de Sunghoon y sus ojos rojos.

Jungwon rueda los ojos sin siquiera disimular un poco antes de volver a hablar:
—El maestro de música parece no llegar, creo que es momento de irnos—advierte y Jay se queda mudo al no tener la menor idea sobre qué decir al respecto.

🍒 1OO Ways ˢᵘⁿᵍʷᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora