Los titilantes ojos chocolate de su hermano le estudiaron fingidamente por unos momentos antes de, prácticamente, torcer su vista; enfocando a la nada y, también, perdiéndose en un mundo incierto de pensamientos. El pedazo de papel ardió bajo su tacto, temblando de vez en cuando y a la silenciosa espera de ser guardado o, tal vez, desechado.
Las manecillas del reloj siguieron su paso, acortando cada vez más el tiempo que le habían dado como máximo para aclarar sus pensamientos. Jungwon apretó los ojos y labios antes de posar su delicada mano sobre el hombro de su familiar, llamando inmediatamente su atención.
—Mira, cuando vuelva te daré la explicación que estás esperando… lo juro—prometió con los ojos cristalinos*, dándole a su hermano la esperanza que, sin saberlo, había estado esperando con ansias.
—Está bien, sólo no demores tanto—concedió mientras le brindaba una bonita sonrisa. Jungwon agradeció aquel gesto en silencio, comenzando a ponerse en marcha.
Los desiertos y, casi mudos, pasillos de la institución le envolvieron apenas su cuerpo estuvo completamente fuera del salón. Ya no había rastro* de ningún estudiante recorriendo, murmurando o siquiera respirando el mismo aire que él dentro de aquellos y, en ese momento, inacabables pasillos. Jungwon podía escuchar el frenético latir de su corazón con cada zancada que daba, lo sentía retumbar cada vez más fuerte dentro de su caja torácica; casi, casi, sintiendo su pulso dispararse a cantidades inhumanas mientras sentía el viento golpear su rostro en una suave caricia. Se sentía como caer en picada, se sentía tan real e irreal al mismo tiempo, se sentía como una caída al vacío sin nada que pudiera detenerlo. Se sentía bien.
Jungwon sintió el mundo diferente aquella mañana, sintió el frío y fresco viento colarse por cada uno de sus poros, sintió el radiante sol impactar contra su cuerpo y, por primera vez en su vida, sintió a su lobo revolcarse entre desmedidos aullidos y chillidos alegres; expresando así su total acuerdo con respecto a sus decisiones. No tenía ni la menor idea acerca del motivo de la desbordante y, tanta, felicidad que arremetía contra su cuerpo por medio de ligeros espasmos, se sentía feliz incluso sabiendo de su caída en aquel lugar desconocido, pero acogedor. Jungwon estaba en una montaña rusa de emociones y, aunque no quisiera admitirlo en voz alta, todo esa euforia se debía únicamente a un alfa peli-negro, una carta de confesión y un preciosísimo clavel color salmón.
Los eternos pasillos cada vez se hacían más pequeños ante sus apresurados y algo torpes pasos. La poca claridad que pegaba directamente del patio hacia el pequeño conducto que llevaba directamente a la zona de césped y, para algunos, de entretenimiento comenzaba a hacerse visible dentro de su campo de visión, convirtiendo la realidad en algo cada vez más inevitable y, a su vez, incrementando sus, ya de por sí, frenéticos latidos. Jungwon ya podía sentir el viento arremeter aún más contra su menudo cuerpo, ya podía escuchar el canto de las aves y, también, ya podía sentir la delicada mirada de esos hermosísimos ojos pardos sobre su persona hasta que, bueno, todo su mundo imaginativo se vino para abajo ante la aparición de una figura bastante conocida.
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🍒 1OO Ways ˢᵘⁿᵍʷᵒⁿ
Fanfiction🌬 𓂅 Sungwon «Hay cien maneras de dejar. a un amante, pero, soy al unico al que necesitas» 🌬⩩⥽Park Sunghoon es el alfa más deseado del momento. Su rostro angelical combinado con su intelecto le convertían en el «prototipo ideal", sin embargo, un...