Secreto a voces

1.4K 66 50
                                        

- ¿Amor?

Deje las llaves en el bol de la entrada y me dirigí a la cocina para dejar lo que había comprado en el camino, cruzarme con Ligia me salvó de tenerle algo a mi futuro esposo. Sus llamadas no cesaron una vez salí de la casa de Irma, cuan nene chiquito pedía auxilió diciendo que ya sentía que iba a morir.

Hombres, no aguantan nada.

- ¿Cómo sigues? - Pregunté apenas al entrar, encontrándome con Charly escondido entre las sábanas.

- ¿Vos cómo me ves? - Pregunto al segundo, dedicándome mala cara a lo que mis cejas se alzaron, conteniendo una carcajada.

- Como siempre, por eso te pregunto.

- Estás por perder lo más preciado que tienes en tu vida y vos andabas por allí haciendo quién sabe qué ¿Qué harías sin mí?

- Lo más preciado que tengo en mi vida se llama Erick, tu hijo también, cuando quieras te lo presento - Contraataque mientras buscaba el termómetro - Y no seas tan iluso, Charly ¿Crees que me voy a morir porque vos no estés? Eh ave María pues, lo que hay que escuchar.

Tiro de mi muñeca, logrando que cayera encima de él. Imagino que su malestar no era tanto porque en segundos, se había girado, quedando él encima de mí.

- ¿Así que no te morirías? ¿Segura, Yeimy Montoya? - Negué. Mordiendo mi labio inferior - ¿Crees que no te haría falta esto? - Sus labios rozaron la parte expuesta en mi cuello, dejando castos y suaves besos - Mis caricias - Prosiguió relatando, dramatizando cada gesto que mencionaba - Todo esto - Se señaló así mismo, fanfarrón - ¿Dónde conseguirías algo igual?

- Que idiota - No pude aguantar más la carcajada. Sus besos siguieron su camino, erizandome la piel a la vez que me hacía cosquillas - ¡Salí! ¡Salí que me vas a contagiar! ¡Charly!

- ¿Qué? - Se detuvo a mirarme, era imposible no contagiarme de ese humor que tenía - Necesito a mi mujer porque es mi mejor cura. Y mejor seguir vivo porque no le daré oportunidad a Juancho.

- ¿Vos seguís pensando en eso? Si Juancho está muy bien con Daniela.

- No quiere decir que el que yo no esté, no saldrá corriendo a buscarte de nuevo.

- Tan bobo. Salí, en serio te lo digo, no quiero tu peste.

- ¿Pero te quedas conmigo?

- Eres peor que un niño - Revolee los ojos y le di un empujoncito para poder levantarme -  Te traeré de comer, imagino que estarás muerto de hambre.

Lo deje tirado en la cama y camine a la cocina para servir la sopa que le había mandado su madre. Todavía me sentía tonta al no poder controlar esas mariposas causadas por las palabras que él me decía. Podía no decirlo en voz alta pero, imaginarme una vida sin Charly por ahora no estaba en mis planes. Me acostumbré a esto que construimos a esto que somos que no logro imaginar algo diferente.

- Tomá ¿Te tomaste ya los medicamentos que te dije?

- ¿Vos cocinaste?

- ¿Estás insinuando algo, Cruz?

- No, solo quiero saber si empeoraré o estaré bien.

Quise lanzarle el plato por la cabeza pero me contuve. Algún día les cerraría la boca, algún día cuando la cocina y yo nos llevemos bien.

- No, me crucé con tu mamá y ella te lo mandó - Asintió y palmeó para que me sentara a su lado.

- Sabes que por muy malo que este, igual me lo comería - Acarició mi mejilla y se acercó para dejar un casto beso en mis labios - Te amo.

Simplemente tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora