Los niños no mueren

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Espere paciente al que doctor hiciera el ultimo chequeo para poder irme a mi casa, el dolor de cabeza había aumentado por lo sucedido, solo quería regresar a acostarme y acabar con este día; lo que sea que tuviese estaba acabando conmigo porque cada día que pasaba me sentía mas y mas agotada.

Por suerte el accidente no paso a mayores, no iba a una velocidad muy alta cuando me di cuenta de que los frenos estaban fallando y como pude, lancé el carro a un costado de la carretera recibiendo un mal golpe en mi cuello y en la muñeca, pero estaba bien, fue más el susto ¿Cómo ocurrió? No lo se. Tengo que hacerle revisión al carro mas a menudo.

Cerré los ojos por un momento, apoyando mi cabeza en el espaldar de la camilla cuando escuche voces conocidas, con dolor me levante, encontrándome con un Charly preocupado que no espero indicaciones de las enfermeras que venían detrás de él.

- Estas bien – Acorto nuestra distancia, tomando mi cabeza en sus manos mientras dejaba un beso en mi sien – Me volví loco cuando Erick me conto lo que paso. Perdóname, princesa, no me di cuenta de la hora y de que el celular estaba apagado.

- Hola, ma ¿Qué te paso?

- Hola, amor – Le cogí la mano a Charly para que se tranquilizara. Su mirada me derretía, pero no quería que estuviese tan preocupado cuando seguía entera – No te preocupes, imagine que estabas ocupado y por eso llame a Erick para avisarles nada más, no hacía falta que vinieran.

- ¿Cómo no, princesa? Yo firme un pacto con vos para estar en las buenas y en las malas y esta, es una mala.

- No exageres, solo fue un mal golpe y el susto que me lleve con los frenos.

- ¿No te percataste de la falla cuando arrancaste?

- No, estaba marchando todo bien. A mitad de camino, me di cuenta de que los frenos no cedían y como pude, lo detuve voluntariamente.

- ¿No tenes un golpe, nada?

- Que no, estoy bien, amor. Lo prometo.

- Pero si tenemos a la familia del Flow reunida. Buenas noches, señores – El doctor ingreso a la habitación con las radiografías en su mano. No veía la hora de irme de acá – La señorita Montoya tiene razón, por suerte fue mas el susto; el incidente del cuello no fue más que una reacción involuntaria del cuerpo como reflejo al impacto y la muñeca, dado que ya había tenido un golpe en ella, con unos antinflamatorios, en unos días estará como nueva. Si nota algún otro percance, no dude en venir de nuevo, estos son los medicamentos que tiene que tomar.

- Ya ven, estoy bien ¿Nos podemos ir?

- Ma ¿Por qué no aprovechas y que examinen que es lo que tienes? Digo, eso no puede ser un constipado.

- No se preocupe, joven, ya le hicimos el chequeo y no hay muestras de algo más. También le recete unos medicamentos que se deberá tomar por ocho días.

- Bueno, muchas gracias por todo, doctor – Despidiéndose, Charly tomo mis cosas y me cogió de la mano, siempre atento - ¿Podes, amor?

- Que si, Charly – Suspire. Sabia que me esperaban unos días cansinos de este hombre detrás de mi supervisando que realmente me encontraba bien.

- ¿Sabes que me parece raro? – Menciono ya en el estacionamiento, Erick y yo volteamos a verlo – Es una casualidad, pero ¿Te has dado cuenta de que siempre que cantas Siete vidas, una de ella se te resta? Deberías sacarla de tu repertorio.

Lo mire con cara de pocos amigos mientras mis labios temblaban por la risa que se avecinaba, Erick también negó con su cabeza en mitad de la risa por el chiste tan malo que se había lanzado su padre. Le di un golpe suavecito en su estomago por el dolor que me causo el esfuerzo de reírme, era el único que sabia sacarme una sonrisa en los peores momentos.

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