The One I Got Away

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Trague el nudo que tenia en mi garganta, quemando todo su paso. Mis ojos escocían y parecía que las lágrimas se habían secado, me sentía vacía, lo que me llenaba, lo que formaba parte de mí, lo que me completaba, ya no estaba. Podía sentirlo, como si ese motor que mantenía mi esperanza de pronto de apagó.

Silencio.

El silencio era ensordecedor, no tenia ganas de estar aquí, mi corazón dolía con cada latido, en mis mejillas podía sentir el frio de las lágrimas que se habían secado en ellas, me había apagado; era como si mi cuerpo siguiera en este plano, pero mi alma se había ido.

Se fue cuando su alma se fue.

Prometimos estar juntos hasta el final del camino y así fue, mi alma siguió a la suya sin dudarlo.

Y yo solo clamaba por un segundo más, una oportunidad más...

Lo quería aquí conmigo.

- Familiares de Carlos Cruz.

No hacía falta explicación alguna cuando ya intuía las palabras que venían. Su ceño fruncido y sus ojos de pena lo decían todo, mi mano se aferró con fuerza a la de Erick, era mi sostento en ese momento y si me soltaba, me vendría abajo. Así como todo mi mundo se vino abajo.

- Lo sentimos mucho pero hemos perdido al Sr. Cruz en la operación.

- ¿Qué...? - La reacción de Ligia fue apenas un susurro - No... Mi hijo no ¡No!

Cerré mis ojos deseando apagar la voz del doctor en ese momento pero sus palabras se repetían como casette en mi cabeza: Lo hemos perdió. Lo hemos perdido. Dicen que cuando todo se termina, en tu cabeza se proyectan esos lindos momentos como una película, observas tu vida pasar siendo tú el espectador y al final... Al final sabrás que lo único que verás es una pantalla en negro con la palabra Fin.

Así se había resumido nuestra historia; una película que vería una y otra vez para mantenerme en mi lugar seguro.

Llenamos nuestros días de promesas que hoy se quedan sin cumplir, besos que se pierden en el aire y palabras que se van con el silbar del viento.

- Lamentablemente la bala tocó un nervio importante y a pesar que intentamos controlar la hemorragia, su corazón se detuvo durante la intervención.

Mi cabeza como propia defensa había bloqueado cualquier reacción manteniéndome en ese lugar ausente en mi cerebro donde solo existíamos él y yo. Mi hijo me abrazó, escondiendo su cabeza en el hueco de mi hombro mientras yo me mantenía inmóvil; lentamente mis ojos rodearon la sala de espera encontrándome a Ligia aferrada a la camisa de Botero mientras sus gritos resonaban en aquel lugar. Sus gritos no eran más que ecos y a su lado, Vanesa peleando con la batalla de no perderse también.

La sala de espera son el lugar de últimas despedidas o nuevos saludos, son eso... La espera de que es lo que será tu vida en un futuro. La espera, de con solo una palabra, todo puede cambiar.

Y ahora era yo quién daba el último adiós.

- Lo siento mucho, mamá... - Me hablo mi hijo, tomando mi cara entre sus manos - ¿Mamá? Mamá, tienes que reaccionar.

- Quiero verlo...

- Claro... Haremos el último chequeo mientras se prepara el papeleo para entregarles el cuerpo. Lo sentimos mucho.

Necesitaba que mis ojos corroboraran si todo esto era real y no parte de una absurda pesadilla. Una débil lágrima corrió por mi mejilla cuando sentí sus labios rozar mi mejilla, podía sentirlo acá conmigo. Necesitaba confirmar que esto no se trataba de una despedida porque yo no estaba lista para decirle adiós.

Simplemente tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora