15. Bajo su paraguas.

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Todo esto ha pasado por mi culpa, solo mía.

Y no se como arreglarlo...

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El video es solo para dar ambiente, no hace falta que os lo pongáis :)

Ya han pasado unas cuantas semanas desde que George se fue y no hago nada más que extrañarle. Intento que no se me vea afectado para que mis compañeros de trabajo no se preocupen, pero la verdad es que cada vez que llego a casa, veo las luces apagadas y su cuarto vacío, mi pecho duele y me invaden las ganas de llorar.

Ahora estoy en una entrevista con Alan, un compañero de trabajo y el chico que hace de Eret en Lo que pasó en realidad. Charlamos y reímos mientras unos ochenta o noventa pares de ojos nos analizan fijamente, algo que no me pone nervioso, hasta que el entrevistador saca un tema delicado para mi.

-Bueno, Clay, fue hace un tiempo, pero queremos saber más sobre tu amigo- dice el señor con una sonrisa que da un poco de miedo.

-¿Qué amigo?- pregunto, hasta que me acuerdo de las fotos y videos que nos sacaron a George y a mi cuando me acompañó un día a grabar-. Ahh,- digo al darme cuenta- bueno, fuimos vecinos por un tiempo, luego se mudo conmigo por un pequeño problema que hubo en su casa y hace un tiempo, - inhalo aire para aguantar mi tristeza- se fue a vivir con su pareja, por nuestros trabajos no hemos podido hablar mucho- con eso espero que deje de preguntarme sobre él, cosa que funciona, porque rápidamente Alan saca otro tema y la conversación continua con normalidad.

Más tarde en el camerino, mientras me cambio de ropa de vuelta a mis pantalones de deporte marca Adidas negros, mi camiseta básica blanca y mi sudadera negra, Alan entra con toda naturalidad y se apoya en la pared enfrente a mi espejo.

-¿Todo bien, Clay?- pregunta con su voz cansada.

-Sí- miento.

-Déjame adivinar, sigues sin hablarle porque eres un cobarde, y le hechas demasiado de menos- pone los ojos en blanco y suspira.

-¿Tanto se nota?- me giro y le miro a la cara mientras me siento ligeramente en la mesa enganchada al espejo.

-Mucho, amigo. Deberías hablar con él.

-¿Y que le digo? "Oh, George, mi querido Gogy, por favor no me abandones, vuelve a mudarte conmigo, no aguanto tu ausencia"- digo fingiendo una escena dramática. 

-¡Pues si! Aunque menos dramático- se ríe-. Voy enserio. Dile que te hace falta y que dejaras de estar celoso de su novio- cruza los brazos sobre su pecho.

-No estoy celoso de su patético novio.

-¿Entonces porque le odias tanto? Clay es normal estar celoso, pero tu lo llevas a otro nivel y deberías cambiar eso.

-¿¡Entonces porque dices que es normal!?

-Porque lo es, tu estas siendo muy tóxico y al final tu amigo te ha abandonado, por esos mismos celos. Las cosas se arreglarían si lo hablarais.

-Déjalo, ya es tarde para eso, solo tengo que aprender a vivir sin él, no será tan difícil- suspiro.

-¿No dijiste que en la carta ponía que le podías llamar siempre que quisieses? Solo hazlo y ya- me anima, no respondo me quedo pensando, él se acerca y me acaricia el brazo derecho-. Bueno, recuerda que esta noche a las 9 y 30 quedamos en el bar de siempre a pasar tiempo con los del trabajo, nos vemos allí- dice antes de salir.

Tardo un rato en recoger, ya que el edificio se cierra a las nueve en punto y a esa misma ahora ya estoy saliendo de casa preparado para ver a mis colegas actores. Llego justo a la hora a la que quedamos y como soy el único espero en la entrada, respirando el aire frío de la calle, hoy en hombre del clima de las noticias dijo que había probabilidad de lluvia, pero no me lo creo, como mucho hará frío y poco más. 

En un rato ya han llegado Alan, Peter, Audrey y Olivia, así que decidimos entrar al bar donde nuestra mesa esta reservada donde siempre, un sitio silencioso y un tanto privado para que los paparazis no nos molesten con preguntas y fotos a traición. Charlamos mientras esperamos a más compañeros, entre ellos guionistas, actores y actrices y el director.

Copa a copa la noche se hace más oscura y las horas pasan, de una salida simple al bar, acabamos en una cena de trabajo, que más tarde pasa a copas y más copas. Mi nivel de alcohol en sangre sube con lentitud pero hace unas horas que noto los efectos de esta droga, no considerada droga. El calor me invade y me quedo mirando un mismo punto en el mantel blanco y de suave tela, mientras sigo dándole sorbos a mi copa de vino casi vacía. Apoyo el delicado cristal sobre la mesa y levemente observo mi reflejo en este. Madre mía, estoy muy rojo y mis ojos apenas están abiertos, levanto las cejas una y otra vez intentando que se queden más abiertos.

Mi cerebro me manda la orden de que es hora de que me vaya a casa y duerma por muchas horas, así que me despido y acompañado de Alan, que me ha utilizado para poder irse a casa, salgo del local. El frío viento me da en toda la cara y no se si es calmante o si quiero correr hasta casa para no resfriarme. ¿Cuándo ha empezado a llover? Ni idea. ¿Cuándo se ha ido Alan? Tampoco lo sé. Vuelvo a mirar un punto fijo, un charco de agua en la otra acera en el que no paran de caer gotas de lluvia. Va a ser difícil llegar a casa. 

Iba a comenzar a caminar hasta mi departamento, pero me distraigo observando una pareja feliz que comparte un paraguas transparente. Enfoco mi vista para apreciar ese bonito momento romántico que es probable que yo no tenga y me doy cuenta.

Ese chico más bajo que yo, de cuerpo delgado y caminar alegre, su pelo castaño ha crecido bastante y le queda muy bien, los mechones más bajos de su nuca llegan a su cuello y rozan su piel suave. 

Trago con dificultad y lo veo alejarse agarrado del brazo de su nuevo confidente.

-George...- susurro mirándole, debería hablarle, es mi momento, pero no encuentro las palabras.



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