30. Desahogo.

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Al terminar, le digo a mi amigo que me voy a duchar y, al salir, él esta completamente dormido en el sofá, le tapo con una manta delgada y me escapo a mi departamento. Al estar allí, reevalúo lo que acaba de pasar y me doy cuenta de lo mal que lo voy a pasar cuando tenga que volverle a ver, no puedo ni mirarle a la cara.

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-Pues eso... Desapareció y no he vuelto a saber de él, obviamente no le quiero agobiar, porque es un tema delicado, pero no sé que hacer- digo mirando la taza de café que tengo delante de mí, al levantar la mirada, observo a mi amigo mirándome con  incredulidad.

-A ver si lo entiendo, - suspira Alan- lo hiciste con George, desapareció y no quieres: ni buscarle, ni llamarle, ni ir a su casa, ni nada de nada, para no "agobiarle" - asiento y él pone los ojos en blanco. - Clay, eres igual de tonto que de guapo. 

-¿Qué quieres decir?- pregunto confuso.

-Tienes que hablar con él, si no estarás esperándole hasta la muerte- dramatiza. - Decidido, te acompaño a casa ahora y vas a hablar con él. 

-¿Qué?

Tal y como Alan ha dicho, en cuanto terminamos de hablar, me empuja hasta la puerta de casa de George, allí intenta animarme a llamar al timbre, pero lo acaba haciendo él. Pienso en salir corriendo y esconderme como ha hecho mi amigo, quien me mira desde lejos para asegurarse de que estoy haciendo lo que él quiere. Pero no me da tiempo para escapar de la encerrona que me ha preparado, la puerta se abre y observo a un George que podría estar recién despertado de un coma. 

Su pelo esta revuelto y se nota que tiene una cantidad de nudos importantes, sus ojos tienen legañas, están rojos e hinchados, da cierta pena verle.  Nos miramos unos minutos en silencio, hasta que él se atreve a decir algo.

-¿Necesitas alguna cosa? - pregunta con una voz que parece no haber usado en bastantes días.

Echo una mirada fugaz a Alan para agarrar coraje y hablar sin trabarme.

-¿He hecho algo?- pregunto yendo directo al grano.

-¿De que hablas?- se hace el tonto.

-No hemos hablado en días- me quejo.

-No me has buscado- replica. 

-No quería agobiarte. 

-Pues lo estas haciendo- dice enfadado. Intenta cerrar la puerta para que me vaya, pero no quiero irme, ahora quiero dejar las cosas claras. 

-¿Porque eres tu el enfadado? ¡Soy yo el que no ha oído de ti después de "eso"! 

-Clay, déjame en paz, por favor...- suplica, por mucha lástima que me dé, no me dejo convencer y continuo. 

-No, ahora me escuchas hasta que termine- hago fuerza y abro la puerta de un portazo-. ¿Sabes lo que ha sido para mi estar sin saber nada de ti por tanto tiempo después de hacerlo? Las he pasado canutas, no paraba quieto en casa, en cuanto oía el mínimo ruido corría a mirar por la mirilla, para ver si eras tú. Y aun así, tu decides hacerte la victima sobre porque no te he buscado, siempre me decías que no te agobiase, así que por una vez que no lo hago, ¿vas y te enfadas conmigo? ¡Vete a la mierda, George Bristol! - dicho eso, cierro su puerta dando otro portazo y abro la de mi apartamento, Alan corre para poder entrar, comienzo a dar vueltas en círculos entre la cocina y el salón.

Empiezo a pensar en todo, en la dureza de mis palabras, en lo enfadado y frustrado que estoy, en el aspecto marchito de George... Me agacho y abrazo mis piernas para intentar calmarme, aun que funciona para poco. 

-Hey, Clay, eso ha estado bien, no te culpes, solo te has expresado como lo tenias que haber hecho desde hace un buen tiempo. 

-He sido muy duro- suspiro, me dan ganas de llorar como si no hubiese mañana. 

-Tal vez, pero así se dará cuenta de lo importante que es para ti. 

Continuamos hablando por un buen rato mientras me calmo lo máximo posible. 

Alan decide quedarse a dormir, para asegurarse de que no sigo llorando, aunque él duerme muy profundamente y si lo hago no se despertará. Ya son las cuatro de la mañana cuando me levanto a por un vaso de agua, de tanta perdida de lágrimas, necesito algo de hidratación. Justo iba a volver a mi cuarto cuando suena el timbre de mi casa, dejo el vaso en la repisa de la cocina y abro la puerta. 

-Lo que me faltaba- suspiro al ver a George en pijama delante de mi puerta. 

-Hola.

-¿Que quieres?- se pone tenso al notar mi sequedad al hablar.

-¿Podemos hablar?- pregunta con timidez.

-Rápido, di lo que tengas que decir y ya- me apoyo en el marco de la puerta con mi costado izquierdo y cruzo los brazos sobre mi pecho.

-Siento mucho no haber contactado contigo, estaba muy nervioso y no me veía capaz de hacerlo... No te quería hacer daño, simplemente no estaba preparado para la situación de después de...

-¿Algo más?- empiezo a sentirme mal de nuevo, así que intento que esto acabe lo antes posible. 

Él calla unos segundos, seguido traga con dificultad,  mira sus manos con las que juguetea suavemente, yo también las observo, pequeñas comparadas con las mías, hecho de menos agarrarlas como si fuesen las patitas de Luka. Resisto las ganas de rodearlas con mis manos hasta que desaparezcan del ojo humano. 

-Lo siento mucho... - susurra entre silenciosos sollozos. Su cabeza sigue agachada y, a pesar de lo que ha dicho Alan antes, no puedo evitar extender mis brazos y pegarle a mi pecho. Paso un rato largo abrazándole, no me incomoda, incluso me calma de cierta manera. 

Cuando termina de llorar, me pide que comamos juntos al día siguiente, porque quiere hablar bien conmigo, acepto y cada uno vuelve a donde estaba, él a su casa y yo a mi cuarto, con mi vaso de agua incluido. 





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