16. Su fragancia.

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Ese chico más bajo que yo, de cuerpo delgado y caminar alegre, su pelo castaño ha crecido bastante y le queda muy bien, los mechones más bajos de su nuca llegan a su cuello y rozan su piel suave.

Trago con dificultad y lo veo alejarse agarrado del brazo de su nuevo confidente.

-George...- susurro mirándole, debería hablarle, es mi momento, pero no encuentro las palabras.

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Al final acabé llegando a casa, mi ropa estaba mojada por la lluvia, pero mi cara tenia mas lágrimas que gotas de lluvia.

Sé que debería estar feliz porque él consiguió a alguien que le quería mucho, pero me duele que aun así no seamos amigos. Me gustaría haberme dado cuenta de lo que estaba pasando antes de que él se fuese, pero ahora  no se como arreglarlo. 

Suspiro y me visto, a pesar de la resaca de ayer, hoy me toca trabajar, así que no me puedo permitir quedarme en la cama. Ya me he duchado, así que me pongo algo simple y voy en coche hasta el edificio.

Allí me visten y me maquillan para no parecer que acabo de resucitar de entre los muertos. Me reúno con Alan en el comedor del instituto en el que grabaremos, sé que no es muy realista que con 21 años haga el papel de un chico de 17, pero es lo que me toca. 

-Mírale, que galán- bromea él. Llevo unos baqueros, unas deportivas, una camiseta gris y una camisa roja a cuadros, en plan leñador, así que no me lo tomo muy enserio-. Hoy solo nos toca estar de fondo.

-Genial, no tengo ganas de actuar después de lo de ayer- me rio y me siento a su lado, Alan me pasa una botella de agua.

-¿Llegaste bien a casa? 

-Bueno, me encontré con... Ya sabes quien- el simple hecho de decir su nombre en alto me duele, así que prefiero no hacerlo. Abro la botella y le doy un trago corto.

-¿Le hablaste, no?- pregunta intrigado.

-No, iba con su novio- digo en tono de justificación.

-Amigo, tenías que hablarle- me regaña.

-No quería hacer un lio en medio de la calle, su novio estaba allí, yo estaba bebido... Ya sabes- doy otro sorbo.

-Como tu digas- levanta las manos a modo de derrota. Miro alrededor, hay demasiado sol y me molestan los ojos, mantengo otro sorbo de agua en mi boca para refrescarme, ayer hacia frío pero hoy hace bastante calor-. ¿Tampoco vas a admitir que quieres ser su novio?

Suelto todo el agua de mi boca por sorpresa y miro a Alan confuso.

-Venga ya, no me digas que no lo sabias- dice él.

-Yo no...

-Ni lo niegues, - me corta- celos de su novio, siempre le estas extrañando, le exigías que te dijese te quiero...

-¡Así nos llevábamos!

-No me vengas con tonterías, esto es diferente de la gente que enserio se lleva así. Además a él le gustas y siempre lo has sabido.

-Sí, es cierto que le gusto, pero aunque fuese verdad que quiero estar con él, tiene pareja y no le voy a obligar a que lo dejen solo porque quiero- suspiro.

-No hace falta que le pidas salir, solo tienes que decirle que te gusta y que sientes mucho tus celos. Dudo que se vaya a cabrear contigo si siempre habéis sido tan buenos amigos.

Paso un rato pensando en las palabras de Alan, le doy mil vueltas a todo el asunto con George y me creo mil escenarios de cosas que podrían pasar si le hablo. Intento aclarar mis sentimientos pero es mas difícil de lo que pensé y, cuando me doy cuenta, ya estoy en casa después de todo un día de trabajo, tumbado, no en mi cama pero en la de George. Huele como él, la única cosa que dejo fueron sus sabanas y las fundas de las almohadas aun con su olor.

Me extiendo en forma de estrella y agarro con mis manos la manta blanca y fina, luego en un movimiento rápido me encojo y me tapo completamente con la manta, respiro muchas veces con profundidad, cierro mis ojos e intento poner mi mente en blanco. 

No puedo parar de pensar en George, solo aparecen recuerdos de él, ambas de sus mudanzas, jugando con su hermana, cuándo fuimos a ver animales en la veterinaria de su actual novio, la sonrisa tan brillante que tenia ayer con él. Se me escapa un gran suspiro y seguido oigo un maullido, saco mi cabeza del bunker que me he hecho con la manta de su cama y observo al felino grisáceo en la puerta del cuarto, me observa con sus ojos color miel.

-¿Qué pasa?- digo quitando la manta de encima de mi. La gata vuelve a maullar.

Me siento en el suelo y al instante ella se acerca a mi decidida a recibir muchas caricias, las cuales no me niego a dárselas. Ayer ni siquiera la presté atención por la tristeza, así que debe de haberse extrañado mucho, siempre la acaricio al llegar a casa y le repongo la comida.

Me levanto y voy al salón donde esta su comedero y su bebedero, Luka me sigue alegre por el piso. Mis sentimientos hacia esta gata son bastante ambiguos, ya que la quiero mucho, pero me trae tristeza.

Ella iba a ser mi forma de pedirle perdón a George, pero se fue el día que fui a recogerla, al llegar a casa con ella, mi amigo ya no estaba. 

Me siento en el sofá mientras la veo comer. No puedo evitar imaginar lo feliz que habría estado George al verla y al decirle que es toda suya, pero ya no tengo forma de ver como hubiese reaccionado realmente.

Tal vez debería devolverla a su veterinaria, pero eso me haría ver a su novio y me dolería mas que verla a ella todos los días, así que me niego ha hacerlo. Luka no tiene culpa de nada.

Vuelvo a dejar mi mente en blanco, o al menos lo intento hasta que aparece la cara de George en mi cabeza, suspiro y me estiro en el sofá. Poco a poco me quedo dormido.

Our little trip.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora