Capitulo 10

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Cameron fue muy caballeroso en la cita, en definitiva es el chico que cualquier chica quiere tener. Es alto, piel clara, pero no tan blanco y tiene unos impresionantes ojos verdes, tiene el abdomen marcado y una voz tan masculina y sexy, simplemente es perfecto. No sé como no me pude haberme dado cuenta lo más rápido que yo le gustaba a él. Maldita sea, porque se me escapo. ¿Por qué no lo bese en la biblioteca cuando tuve la oportunidad? Bajo la mirada. Y unos segundos después tocan a mi puerta.

–Señorita, el desayuno ya esta listo –dice Amanda, la ama de llaves. La única a la que mamá le tiene más confianza que a cualquiera. 

–En un momento bajo.

No puedo creer que en unos días me hayan pasado tantas cosas. Esto es de locos. Y todo empezó por la mañana en la que casi muero arroyada. Maldito tipo que aún no se su nombre. Por su culpa no pude ser ayer la novia de Cameron. ¿Pero por qué estaba de mesero? Qué tal si solo se coló a la cocina del restaurante y me estaba espiando. Puede ser. O simplemente trabaja ahí. Tan mal le va como para buscar dos trabajos. ¿Y como podrá mantener los dos trabajaos? Estoy casi segura de que mi papá lo contrato de tiempo completo. Bueno es su problema y no me debe de importar. Supongo.

Bajo las escaleras con mis pantuflas de conejito rosa. Mi celular comienza a vibrar, es Addison. Pongo los ojos en blanco. Y ahora que quiere.

–Si. ¿Qué pasa?

–Brooklyn, acaso no piensas venir al instituto.

Abro los ojos y me paro en seco. Casi a la mitad de las escaleras. Cierto, hoy es lunes. ¿En qué estaba pensando? No me lo puedo creer. Supongo que ya es muy tarde como para ir.

–No finjas.

–No lo hago.

–Dios, se me olvido completamente –me pego con mi mano en la frente.

Pues, ¿acaso mis padres no están?

–Bueno, supongo que no iré. En cinco minutos es la primera clase.

–¿Quieres que te mande los deberes después?

Lo pienso un momento. Bueno no es que sea una chica nerd o algo así. Pero no tengo muchas ganas de hacer eso. Decido mejor relajarme este día.

–No, no lo hagas.

–Bien, tengo que colgar.

–Bye, que tengas un buen día.

–Igual tu amiga.

Dicho eso colgamos las dos casi al mismo tiempo. 

Mientras me dirijo a la cocina por algo de comer oigo que tocan el timbre, Amanda va rápidamente a abrir, me pregunto quien será, abro el refrigerador para ver si hay algo que hayan dejado a medias mis padres, al parecer no es mi día porque no encuentro nada que este apetitoso y el desayuno no se me antoja. Genial. Levanto la cabeza para ver si puedo encontrar algo en la alacena, creo que tampoco hay nada, acaso esta casa no tiene nada de comer.

–¿Quién fue Amanda?

–Buenos días, señorita.

Abro los ojos como platos, quien es él. Esa no es la voz femenina que esperaba oír. Giro a su encuentro del desconocido, y en ese mismo momento desearía no haberlo hecho. Es el nuevo escolta. Lleva unos pantalones negros, zapatos negros, corbata negra, pero camisa blanca y un saco negro. Acaso se dirige a un funeral.

–¿Qué haces aquí? –Le pregunto.

–Lo mismo digo. No se supone que tendrías que estar en el instituto.

El Escolta (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora