XIII

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Después de cenar recordé que esta mañana los padres de mis vecinos se habían marchado a su viaje. Faltaban pocas semanas para que el verano terminara y, por ende, yo regresaría a Londres, así que si existía el momento ideal, era este.

Mis abuelos estaban viendo la televisión tranquilamente y pensé que debía aprovechar la oportunidad.

—Abuelos —los llamé.

—¿Sí, mi niña? —respondió mi abuela.

—Estoy cansada. Iré a dormir.

—¿Tan temprano? —Eran alrededor de las 10:30, pero ellos sabían perfectamente que me iba a la cama mucho más tarde que eso.

—Sí. Anoche no dormí bien, así que voy a acostarme ya.

—Bueno, está bien.

—Buenas noches.

—Buenas noches —me respondieron al unísono, centrando nuevamente su atención en el aburrido programa que veían.

Me apresuré a subir a mi cuarto. Una vez cerrada la puerta, coloqué almohadas bajo las sábanas para simular que estaba dormida en caso de que mis abuelos entraran, aunque dudo que lo hicieran porque ellos respetaban mucho mi privacidad.

Me miré una última vez en el espejo. Llevaba todo el día pensando en este momento. Incluso ya me había vestido para la ocasión. Por último, rebusqué en una de las gavetas lo más necesario, guardándolo en mi bolsillo.

Me dirigí hacia la ventana. Nadie transitaba por los alrededores. Con sumo cuidado comencé a descender por la ventana hasta que finalmente llegué al suelo. Una vez más miré hacia todas partes en busca de alguien que me pudiera delatar. No hallé a dicha persona, así que crucé la calle rápidamente y una vez que llegué a mi destino, toqué el timbre.

Había luces encendidas, por lo que asumí que continuaban despiertos; pero se estaban tardando demasiado en abrir y eso me puso aún más ansiosa, no porque estuviese desesperada, sino porque continuaba buscando como una veleta en los alrededores a alguien que me hubiese visto.

Si mis abuelos se enteraban, me mandarían de inmediato a Londres y yo detestaba estar allí porque mis padres no me daban un mínimo de libertad, o bueno, no la que yo necesito.

—¿Marina? —emitió Luke al abrir la puerta, sorprendido por mi presencia a tan altas horas de la noche.

Me giré al escuchar su voz.

—¿Puedo entrar?

Extendió su mano, haciendo un ademán para que pasara mientras se hacía a un lado.

—¿A qué debo el honor de tan ilustre visita? —preguntó, burlesco—. ¿Sí estás consciente de que son… —miró el reloj en la pared— las 10:41?

—¿Estás tú solo aquí? —Miré disimuladamente a los alrededores en busca de la otra pieza que necesitaba en el juego.

—¿Por qué te interesa? —Una media sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro mientras rodeaba mi cintura—. ¿Qué viniste a hacerme a estas horas, chica atrevida?

—No estoy de broma, Luke —dije un poco más firme, apartándolo ligeramente—. ¿Nick está aquí o no?

Él hundió el entrecejo, luciendo un poco decepcionado porque no seguí su coqueteo. Al parecer, la mención de su hermano no le hizo mucha gracia, motivo por el cual se alejó un poco, metiendo las manos en sus bolsillos.

—Está arriba —se limitó a responder con voz seca mientras miraba la pared a mis espaldas.

—Bien —murmuré.

Relación Mortal |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora