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—Marina, querida, ¿podrías, por favor, traer el correo? —me pidió mi abuela desde la cocina con su habitual tono cariñoso y alegre.

—Claro, abuela —accedí voluntariosamente, levantándome del sofá en el cual me encontraba terriblemente ociosa fingiendo que me importaba el canal de noticias locales que mi abuelo estaba viendo y me dirigí a la salida de la casa para buscar las cartas en el buzón.

Estamos en el siglo XXI, ¿quién envía cartas todavía?

Fui directo a mi destino caminando con pereza y desgana cuando, de repente, vi algo o, mejor dicho, a alguien que transformó esta simple y aburrida acción en algo interesante: Nick. Es increíble como una persona puede volver lo más tedioso en algo muy entretenido...

Nick estaba distraído recogiendo las cartas al igual que yo, así que crucé la calle con pasos más rápidos (aunque no exageradamente obvios) para ir a saludar como buena vecina. Ya saben, sin ningún tipo de interés...

—Hola —emití cuando llegué a donde estaba.

Él se encontraba de espaldas, motivo por el cual no me había visto en todo mi trayecto hasta aquí, así que mi voz lo hizo dar un leve respingo mientras se giraba para saber quién le había hablado.

—Tranquilo, solo soy yo —dije, sonriente.

—Ah, hola, Marina —me devolvió el saludo educadamente, pero sin demasiada emoción.

No conocía a Nick de nada, pero cada vez que lo veía estaba con esa expresión triste. Había cierta calidez en sus facciones, pero también las empañaba ese aire melancólico, como si el Nick que estaba ante mí fuera la sombra de lo que alguna vez fue, como si le hubieran arrebatado las ganas de vivir. No obstante, seguía siendo muy, pero que muy atractivo, lo cual me bastaba para seguir adelante con mi objetivo. El pasado de Nick y de su familia no me importaba en lo absoluto.

—Espero que esa falta de ánimo no sea por mí —bromeé, divertida.

—Eh, no —se apresuró a decir con un atisbo de sonrisa—, claro que no. Yo soy así siempre —admitió, encogiéndose de hombros.

—Entiendo… —murmuré, asintiendo y luego se hizo el silencio.

—¿Cómo está tu hermano? —pregunté para no quedarnos callados como dos idiotas.

Si quería avanzar, debía hablarle hasta averiguar el modo de cumplir con mi propósito. La diferencia entre él y su hermano era evidentemente abismal. Tendría que mover las piezas con cuidado.

—Marina —fue casi imperceptible, pero, de repente, su tono se volvió más serio—, Luke es… complicado. Te pediría que, por favor, te mantengas lo más alejada de él posible.

Mi querido Nick, acabas de incitarme aún más. Yo amo las cosas complicadas.

—¿Por qué lo dices? —hablé en un tono bajo y dulce, haciéndome la ingenua. Algo me decía que mi estilo directo y habitual no iba a funcionar con él.

—Solo… sigue mi consejo, ¿sí? No me gustaría que te pasara nada malo.

Esbocé una sonrisa leve y tímida.

Relación Mortal |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora