XVI

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Nina apoyó su espalda en la pared y lentamente descendió hasta quedar sentada con la mirada perdida, pero vidriosa y el cuerpo excesivamente quieto. Parecía que estaba en un universo paralelo en el que se negaba a creer lo que sus ojos habían acabado de contemplar.

Aparté mis ojos azules de Nina y, forzando mi cuello a girar, fijé la mirada en la horrible visión. Desde que pisé el segundo piso este siempre fue el desagradable olor que sentí: la putrefacción.

—Nina —musité—, llama a la policía —hice salir mi voz más audible. El momento no requería debilidad.

—¿Qué? —balbuceó, aún en shock y con los ojos desorbitados.

—La policía —repetí—. Tenemos que llamarla —dije. Alguna tenía que mantenerse firme y cuerda, no permitirse ser víctima del miedo.

—Oh sí —murmuró, totalmente descolocada. El pánico en su rostro era evidente.

Me acerqué a ella para ayudarla a poner en pie. Al establecer contacto con su piel, pude percibir el sudor frío que expulsaba por los poros. Su cuerpo estaba muy débil, prácticamente todo el esfuerzo para que se mantuviera sobre sus piernas tuve que hacerlo yo. Cuando me aseguré de que la impresión había pasado ligeramente y sus piernas no se doblarían allí mismo bajamos a la recepción con pasos lentos. Nina marcó el número de la comisaría con dedos temblorosos y comenzó a hablar con la voz débil. Aún tenía la expresión contraída por el miedo y la sorpresa, así que tomé su mano libre como muestra de apoyo.

Nunca fui una chica frágil y vulnerable que necesita ayuda. La fuerza y la independencia siempre me caracterizaron. Supongo que por eso todo lo que ha ocurrido en Morfem desde que empezó el verano no me ha chocado tanto como a otros, quiero decir, estoy muy preocupada, como cualquier otro ciudadano, pero no entro en shock y puedo mantenerme firme y controlada.

Además, creo que he llegado a un punto en que ver la muerte no me asusta más. Ya he visto a tantas personas sin vida: Matt, Nick, Luke y, ahora, al detective Luddington.

—Ya vienen —musitó Nina al colgar el teléfono. Ni siquiera me percaté de cuándo terminó de hablar. Estaba demasiado ensimismada, demasiado concentrada en la muerte.

—Tranquila —emití para consolarla mientras me acercaba para darle un reconfortante abrazo—. Todo saldrá bien. —Esa última frase fue parte de mi acto de aliento, pero siento que fue una de las cosas más falsas que han expulsado mis labios en toda mi vida.

***

En la trayectoria hacia la comisaría Nina continuaba nerviosa, movía su rodilla de arriba hacia abajo y retorcía sus dedos. Yo, por mi parte, pensaba en una excusa para mi presencia en el hostal, buscando al detective Luddington porque, obviamente, no podía decir que lo había contratado para investigar al padre de Elle y como pago dejé que me follara. No podía comprometerme, así que debía encontrar un pretexto rápidamente.

Al llegar a la comisaría, Nina fue conducida hacia la oficina del sheriff mientras yo me senté a esperar mi turno para declarar.

—Últimamente pasas mucho tiempo aquí —escuché decir a alguien.

Al girar el rostro, vi que era el oficial Andrew.

—Y tú no sales de aquí —comenté mientras él tomaba asiento a mi lado.

—Es mi deber estar aquí —rebatió con los codos apoyados en las rodillas, mirándome por el rabillo del ojo.

—Mucho trabajo duro, ¿eh? —comenté, despreocupada y relajada, como si no estuviera allí para dar testimonio acerca de la muerte de alguien.

Relación Mortal |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora