𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈

103 6 2
                                    

Reclutar. De eso se trataba todo esto.

ㅤㅤEl señor tenebroso tenía planes y necesitaba más seguidores, más mortífagos, más personas inocentes convertidas en peones, en asesinos si era necesario. Mis amigos estaban involucrados, incluso cuando no lo querían, pero en este momento ninguno de nosotros tenía otra opción, así que aquí estábamos, poniéndole una maldición imperius a cada desafortunada persona que se cruzara en nuestro camino.

ㅤㅤReclutar y servir, para eso estábamos en este mundo.

ㅤㅤEl callejón Diagon estaba repleto; casi como a comienzos de curso. Las personas iban de una tienda para otra buscando regalos y comida para las festividades. Ya no recordaba lo que se sentía estar lo suficientemente feliz para salir de compras; en otro momento quizá hubiese pensado en comprarle un regalo a Madre, uno para Maia y quizá alguna cosa para la bola de pelos. Pero ahora buscaba regalos para alguien más, personas para alguien más.

ㅤㅤLos magos allí parecían percibir lo que sucedería. El aire se detenía a cada paso que dábamos, todos mantenían el aliento como si nos conocieran, como si supieran a qué nos dedicábamos a pesar de vernos como unos simples civiles paseando por el callejón. Quizá, lo sabían por la tranquilidad con la que nos movíamos, contraria a los demás por allí que andaban casi corriendo por las calles, evitando a toda costa mantenerse por demasiado tiempo a la vista o lejos de algún grupo de gente. No había niños allí, todos sabían el peligro al que se enfrentaban al salir de sus casas, no importa la fecha que fuera, sin embargo, eran tan ingenuos de sentirse seguros dentro de las tiendas...

ㅤㅤOh, qué equivocados que estaban. Nadie está a salvo en ningún lado.

ㅤㅤBlaise, Pansy y yo entramos en la primer tienda que encontramos. Los libros adornaban las paredes y las pocas personas dentro corrían de un lado a otro para conseguir sus regalos y poder volver a casa lo más rápido que les fuera posible. Recordé el año anterior, buscando el libro para Maia, cuando ella estaba tan enojada conmigo que a penas quiso aceptarlo, quise reír, pero la risa no era parte de este momento.

ㅤㅤMe adentré en la librería, zigzagueando por los pasillos repletos de libros, deseando poder separarme del grupo. Con mi varita firme en mi mano y oculta bajo mi capa comprobé mis opciones: el dueño de la librería podría ser una buena adquisición, probablemente escuchara tantos rumores como personas entraran allí; algunos clientes quizá también sirvieran, nadie era muy poco, pero debía de ser inteligente en estas jugadas.

ㅤㅤEl dueño caminó hacia mi tal como lo haría un escarbato atraído por mi bolsillo repleto de galeones.

ㅤㅤ-Señor Mal...

ㅤㅤ-Imperio. -No lo dejé terminar. No quería atraer la atención de cualquier otro vendedor o cualquier otra persona en esta tienda. La capa que traía puesta ayudaba a ocultar el cabello rubio que me delataría en un abrir y cerrar de ojos, no necesitaba que mi nombre pusiera un cartel neón sobre mí.

ㅤㅤUna fina capa de neblina cubrió los ojos del hombre, imperceptible a simple vista. Nadie se daría cuenta, no tendría un comportamiento errático, al menos, no más de lo común en él.

ㅤㅤ-Servirás al Señor Tenebroso. Reportarás cada cosa que escuches aquí, cada cosa que sea útil y reclutarás tantos seguidores como te sea posible.

ㅤㅤEl hombre asintió con la cabeza obedientemente.

ㅤㅤCon un extraño placer por el poder ejercido me di la vuelta para volver a salir de la tienda. Las personas se abrían dejándome pasar como el mar rojo; más allá, cerca de la entrada, mis amigos me esperaban con la misma cara de satisfacción que yo mismo poseía. Había algo vigorizante en tener tanto poder, tanta autoridad.

Runaway | Draco Malfoy ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora