𝐗𝐗𝐕

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Unas cuantas ramitas secas crujieron bajo las pisadas de alguien

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Unas cuantas ramitas secas crujieron bajo las pisadas de alguien.

ㅤㅤUnas cálidas manos envueltas en lana tocaron mis mejillas y mi frente.

ㅤㅤUn jadeo.

ㅤㅤUna voz sonaba demasiado lejana para entender sus palabras. ¿Me había muerto ya? ¿Me había congelado en ese bosque y había muerto de hipotermia? Padre diría que era una muerte deshonrosa para un mago. ¿Por qué no había conjurado un fuego como el que ardía ahora a mi lado?

ㅤㅤParpadee un par de veces mientras mis extremidades volvían a responder. Estaba acostado en el duro suelo de algún lugar desconocido. Observé a mis alrededores con la vista borrosa; una casa... no, una cabaña de madera. Estaba acostado frente a la chimenea y una alfombra peluda hacía cosquillas en mi mejilla. Traía varias mantas encima, alguien seguro las había puesto allí para ayudarme a entrar en calor.

ㅤㅤMe di la vuelta buscando al responsable, pero estaba solo en aquella estancia, así que por si acaso tanteé en mi cuerpo en busca de mi varita, pero ésta no estaba conmigo. Comenzaba a sentir que algo no andaba bien. Me levanté, sintiéndome adolorido y desprotegido, y busqué por la casa mis pertenencias mientras mi cuerpo temblaba y protestaba por haber abandonado la calidez de las mantas.

ㅤㅤ—¿Qué demonios haces levantado?

ㅤㅤMe di la vuelta tan rápido que perdí el equilibrio por unos segundos, aunque no el suficiente tiempo para caerme, pero tuve que disimular aquello apoyando mi mano contra una de las paredes. El mareo cesó antes de que mis ojos se enfocaran por fin en la silueta de una chica; su cabello castaño caía ondulado hasta su cadera. Traía puestos unos pantalones oscuros y una chaqueta a juego, detrás de su espalda colgaba un carcaj repleto de flechas y en su mano un arco de madera notoriamente casero.

ㅤㅤ—Te he hecho una pregunta. —Demandó.

ㅤㅤNo pude evitar quedarme viéndola durante unos momentos más antes de que mi lengua decidiera concederle las palabras que buscaba.

ㅤㅤ—Me he... quería saber dónde estaba y no encontré mi varita.

ㅤㅤElla suspiró como si la hubiese exasperado y sacó de su bolsillo trasero mi varita. No era estrictamente la mía, era un reemplazo por la que me había robado Potter, pero funcionaba y sin ella me sentía completamente expuesto. Se la arranqué de las manos mientras ella me fulminaba con la mirada.

ㅤㅤ—¿Estás feliz? Acuéstate.

ㅤㅤQuisiera decir que lo hice por mi propia voluntad, pero la verdad es que no me atreví a desobedecerla, así que volví en mis pasos con la varita apretada en mi mano como si tuviese que defenderme de ella y me acosté bajo las mantas de nuevo. La observé caminar hacia la siguiente habitación y dejar sus cosas antes de regresar donde yo estaba y sentarse a mi lado en el suelo. Estaba tan fría como yo lo había estado minutos antes, pero sus delgados dedos comprobaron la temperatura de mi frente como si estuviese buscando signos de fiebre. No me miraba. Sus ojos avellanas estaban por cualquier otro lado que no fuera en los míos y yo comenzaba a desesperarme.

ㅤㅤ—La leíste.

ㅤㅤMaia se quedó en silencio. Quitó su mano y cruzó sus brazos al igual que sus piernas mientras dirigía su mirada hacia la chimenea; tomó su varita y con un movimiento de muñeca avivó las llamas.

ㅤㅤ—Claro que la leí. ¿Cuánto tiempo creíste que podrías ocultar algo así? —Su voz sonaba extrañamente tranquila, pero podía sentir la demanda detrás de ella, la rabia y el sufrimiento, sabía que me culpaba por todo eso y tenía derecho de hacerlo.

ㅤㅤ—El tiempo suficiente para mantenerte a salvo.

ㅤㅤAhogó un ruido que sonó como una risa sarcástica, un "ja" oculto en su garganta.

ㅤㅤ—Y mira dónde terminé.

ㅤㅤ—No en una tumba, Maia. —Me volví a sentar para poder observarla de frente. Aún evitaba mi mirada así que sujeté su rostro con mi mano libre y la obligué a mirarme. Se había endurecido el tiempo que habíamos estado separados. Ella se veía como toda una guerrera. Había construido muros a su alrededor, murallas impenetrables, pero aun así podía ver el dolor que todo eso había supuesto, podía ver a través de ellas en un huequito que había olvidado sellar. —No estás en una tumba y eso es lo único que me importa.

ㅤㅤ—Eres un imbécil.

ㅤㅤReí.

ㅤㅤ—Y tú muy terca como para salvar tu estúpido trasero.

ㅤㅤ—¡No te pedí que salvaras mi estúpido trasero!

ㅤㅤ—¡NO TENÍAS QUE PEDIRLO! ¡TE AMO! ¿QUÉ ESPERABAS QUE HICIERA?

ㅤㅤEl silencio lo consumió todo, excepto nuestras respiraciones que se volvían pesadas pero agitadas. Mi pecho subía y bajaba luchando por darle espacio a mis pulmones para todo el aire que intentaba ingresar. Maia, quien había sido incapaz de mirarme a los ojos minutos atrás, ahora no se atrevía a apartar su vista de mí.

ㅤㅤ—Borraste mi memoria, Draco...

ㅤㅤ—¡No la borré, maldita sea! ¿Por qué todos se empecinan con eso? No es irreversible. Yo solo... yo solo la modifiqué.

ㅤㅤ—¿Solo la modificaste?

ㅤㅤ—No quería... no quería perderlo todo. Solo quería que estuvieras a salvo, si volvías a mi casa... sabía que lo harías sin pensarlo y si Padre te hallaba cerca de mi te mataría, quiso hacerlo ese último día, no supe qué más hacer. Quería mantenerte a salvo. —Repetí, quería que lo entendiera, necesitaba que lo entendiera.

ㅤㅤPude ver los muros derrumbarse poco a poco. Ladrillo por ladrillo fueron cayendo hasta que no quedó nada más que polvo y agua... lágrimas. Lágrimas que hicieron un río por las mejillas de mi preciosa guerrera. Acerqué mi mano con tanta lentitud que cuando pude sentir su piel, había pasado una eternidad. Me llevé sus lágrimas en mis pulgares antes de atreverme a moverme más. Maia cerró sus ojos y con precaución yo me moví para estar más cerca de ella. Mis labios alcanzaron sus mejillas y quité una a una sus lágrimas, reemplazándolas con besos. Ella suspiró y yo alcé mi varita hasta su pecho, revirtiendo el hechizo que nos había separado por tanto tiempo.

ㅤㅤUn suspiro y estaba hecho.

Runaway | Draco Malfoy ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora