Runaway | Draco Malfoy ✔

𝐗𝐗𝐈𝐕

A la mañana siguiente, cuando revisé los calabozos a escondidas, ya no encontré a los señores Lovelace. Tal y como yo lo había sugerido, los habían enviado a ellos y a otros más en una misión de reconocimiento; tenían órdenes de averiguar escondites e informarlos directamente con algún mortífago. Pensé que eso no era algo imperdonable y quizá los padres de Maia no me odiarían por el resto de sus vidas por haberles obligado a hacer esto, pero un vacío se apoderaba de mi pecho cada vez que lo pensaba.

ㅤㅤPasaron cuatro días hasta que la respuesta de Irina llegó a mis manos. Le había escrito dos veces más mientras tanto y el miedo me consumía a cada segundo de espera. Cuando por fin llegó, el alivio me envolvió como una tibia manta.

ㅤㅤ—Por favor, viaja en las noches... sé que Padre está planeando algo y si te encuentra te romperá el cuello, lo sé. —Susurré hacia la lechuza que se había posado en mi hombro. Le acaricié las plumas como pude y volví a contestar la carta de Irina. Le escribí también a Maia; le había escrito una carta cada día desde que había borrado su memoria, era mi forma de pensar que aún estaba cerca, de no perder de vista el por qué había hecho lo que había hecho.

ㅤㅤ—¡Draco! —La cantarina o más bien chillona voz de mi tía Bellatrix traspasó las paredes —El señor tenebroso tiene una tarea para nosotros.

ㅤㅤLe entregué la carta a la lechuza con rapidez y la hice volar a pesar de mi anterior advertencia. Cuando estuve seguro de que se había ido, cerré la ventana y abrí la puerta de mi habitación. Bella estaba allí, con la mano en el manillar, a punto de entrar. Su sonrisa podrida me producía una sensación de nausea que tuve que controlar.

ㅤㅤEsta sería una noche larga.

Eran pasada la media noche cuando regresé a mi habitación. El frío entraba por algún lado a la habitación congelándolo todo a su paso. La nieve se había apoderado de todo afuera y no pude evitar pensar en ella, ¿en dónde estaría? ¿tendría frío? ¿estaría bien? ¿habría comido?

ㅤㅤRegresé al escritorio para poder escribirle otra carta, busqué entre los papeles la que le había escrito anteriormente para poder esconderla pero el sobre no estaba allí. Sentí una punzada de temor en el pecho y me levanté de la silla como si buscar de pie hiciera todo más 'fácil. De todas maneras lo hice, busqué entre los papeles que tenía por allí, tirándolos al suelo, quité los libros de arriba del escritorio, los revisé uno por uno por dentro. Pensé en Bella, quizá ella había entrado luego... pero no, no lo hizo, ella se fue conmigo. Entonces la respuesta llegó rápido, cayendo como un trago de bilis de Dragón.