𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Los primeros días en la cabaña, parecía que incluso Eevee —quien se encontraba en la cabaña con Maia— estaba enojada conmigo. El ambiente era tenso y la única que me dirigía la palabra era Irina. Me había acostumbrado a salir con ella para hacer guardia mientras esperaba que sus palabras por fin se cumplieran y Maia volviera a hablarme.

ㅤㅤSin embargo, luego de una semana las cosas se fueron aligerando. La nieve nos había dado una tregua y había comenzado a derretirse por completo, dejando los caminos despejados, aunque las brisas frías aún eran capaces de congelar a un gigante en un instante.

ㅤㅤAlgo peludo rozaba mi rostro, molestándome y despabilando mi sueño. Tanteé con mi mano para quitarlo, quise darle un manotazo, pero entonces una señal de alerta despertó en lo más profundo de mi cerebro advirtiéndome que no lo hiciera. Eevee.

ㅤㅤAbrí mis ojos poco a poco mientras la peluda coneja refregaba su cara contra mi mentón. Las cosquillas eran más molestas que divertidas, pero no me quejé y tampoco la aparté. Me quedé en silencio observándola. La había extrañado... a pesar de todo había echado de menos a aquella bestia inservible y no iba a interrumpirla ahora que por fin volvíamos a hacer las paces.

ㅤㅤ—¿Ya no me odias? —le pregunté luego de unos momentos.

ㅤㅤTomé su pata en mi cara como un "no" y acaricié detrás de sus orejas antes de sujetarla y sentarme en el sofá. Había dormido allí desde que había llegado a la cabaña y mi espalda se quejaba de vez en cuando, no era mi cama en la mansión y tampoco la de Hogwarts, pero había aprendido a disfrutar del silencio de aquel lugar. No había ordenes, no había necesidad de fingir ser quien no era —Maia e Irina me conocían a la perfección—, no había peligro en cada paso. Dos o tres veces lo pensé; quedarnos aquí sería la mejor decisión. La guerra era inminente, no necesitábamos estar en el foco del problema, pero entonces el rostro de mi madre aparecía en mi mente, en mis sueños, muerta, blanca como la nieve y con una expresión de horror. Había muerto sola y todo por mi culpa.

ㅤㅤ—Buenos días... —canturreó Irina, que se acercó a mi lado y disimuladamente susurró en mi oído. —Ahora nos hablan.

ㅤㅤMiré hacia la cocina donde Maia preparaba unas tostadas que se veían demasiado quemadas para ser ricas pero que de todas maneras hicieron rugir mi estómago.

ㅤㅤ—Tal vez a ti. —Murmuré y en voz más alta, agregué. —Buenos días a las dos.

ㅤㅤ—Saldré a hacer unas rondas. —Anunció Irina mientras tomaba sus cosas y se colgaba el carcaj con el arco. Miró hacia nosotros con una sonrisa cómplice y se desapareció por la puerta dejando las palabras en el aire.

ㅤㅤ—Maldita enana... —murmuré por lo bajo.

ㅤㅤEevee se acurrucó entre mis brazos mientras caminaba hacia la cocina. Había evitado a toda costa estar a solas con Maia, pero esta vez no había manera de que me escapara.

ㅤㅤHabía previsto la tensión en el aire, había superado esa etapa ya. No me era difícil ignorarlo, pero esta vez se sentía diferente. Había palabras no dichas que querían salir y nadie se atrevía a comenzar. Así que me sobresalté cuando la escuché por primera vez en días.

ㅤㅤ—Buenos días.

ㅤㅤMe quedé mudo y quieto frente al refrigerador. El aparato no funcionaba bien y emitía un ruido tan fuerte que fue capaz de llenar el silencio en segundos hasta que por fin mi cerebro conectó con mi lengua.

ㅤㅤ—Buenos días, Maia.

ㅤㅤ—Hice tostadas. —Comentó de forma amable. No me miró cuando señaló en la mesa algunos panes puestos en un plato. —Hay café listo también. —Murmuró con la voz cada vez más baja y entonces se volteó a verme, respirando profundamente. —Y te he traído ropa para que puedas cambiarte eso.

Runaway | Draco Malfoy ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora