Alcanzando objetivos 2/2

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Después de aquella elegante cena en donde hablaron un montón de cosas triviales, Gaara y Matsuri se dirigían al auto de éste para que él la llevara a su casa. La castaña subió en silencio y se puso el cinturón de seguridad.

—Y entonces, Matsuri, ¿por qué ese repentino cambio? —interrogó intrigado el pelirrojo, notando como ella se tensaba un poco—. Es decir... ayer cuando llegaste, eras una persona completamente diferente ¿qué te hizo cambiar así?

—Bueno... —dijo un poco tensa—. Inventa algo rápido, maldita sea... —pensó, poniéndose muy nerviosa, cuando de pronto, se le ocurrió algo—. La verdad es que pensé... que teniendo un trabajo nuevo y además donde es tan importante la presentación personal... pues debería lucir un poco mejor para estar a tono, eso es todo.

—Eso es todo... —repitió Gaara con su sereno, pero grave tono de voz, aquel que le gustaba usar cuando estaba solo con una mujer—. ¿Sabes? Ayer me llevé una impresión diferente de ti, pensé que eras más... tímida —dijo acercándose a la chica, casi respirando en su oído, pero luego se alejó—. Por la forma en que estabas vestida, parecías salida de un convento.

—B-bueno... las apariencias engañan, señor —respondió Matsuri, quien se encontraba extremadamente nerviosa, sobre todo por lo que acababa de hacer Gaara al acercarse de esa forma.

El pelirrojo frunció el ceño.

—¿No quedamos en que me tratarías de tú? Eres muy mala para cumplir las indicaciones de tu jefe.

—Lo siento, pero una persona que se da a respetar también respeta a los demás, sobre todo si se trata de su jefe —dijo Matsuri, mostrándose algo enojada. Gaara sonrió de medio lado y se puso el cinturón de seguridad, para luego encender su auto.

—Vaya, eres brava, mira que hablarle así a tu jefe —dijo en tono arrogante, al tiempo que comenzaban a moverse—. ¿Eres de esas típicas lobas con piel de oveja?

—Dígame algo, es decir... dime una cosa —Matsuri ignoró el anterior comentario de su jefe—. ¿Eres de esos típicos hombres que creen que con una cena lujosa y un montón de bonitas palabras ya pueden llevarse a una mujer a la cama?

Esta vez sí que no sabía que decir, ella le había dado en su punto, por decirlo de alguna forma, le estaba desafiando y eso no era nada bueno, ella no se burlaría de él de ninguna forma. Detuvo el auto en una carretera bastante solitaria y la miró fijamente.

—Matsuri, eres una mujer realmente extraña... y si quieres saberlo, no, por supuesto que no tengo esas intenciones contigo —mintió, aparentando ser una blanca paloma—. No sé si habrás escuchado algo en la oficina respecto a lo que yo hago con mis secretarias, pero eso no es verdad.

—No necesito oír nada de ti para darme cuenta la clase de persona que eres —al decir esto último, Matsuri se bajó del auto y dio un portazo—. Con permiso.

—Espera, Matsuri, no te puedes ir sola a esta hora —exclamó Gaara, con algo de fastidio en su voz, mientras se salía de su auto también. Notó a la castaña cruzada de brazos y mirándolo con furia, se notaba que era una mujer difícil y por eso mismo ahora le gustaba más, sólo porque para él era divertido conseguir algo que parecía tan imposible—. Escucha... —se acercó a ella—. Sé que empezamos con el pie izquierdo, pero vamos a hacer algo, que todo empiece de nuevo.

Matsuri sólo lo miraba sin decir o hacer nada, hasta que vio como él le extendía su mano y le sonreía, pero esta vez no parecía ser una de esas sonrisas que usaba para conquistar a las mujeres, sino una mucho más sincera.

—Soy Sabaku No Gaara, mucho gusto en conocerla, señorita Matsuri —dijo Gaara, tratando de sonar amigable, aunque eso le costara bastante, pues no solía ser así con las chicas.

El Error de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora