Hinata miró a su hija dormida y una dulce sonrisa apareció en sus labios. Había venido a verla un momento, mientras esperaba a que Sasuke apareciera, pero éste ni siquiera le contestaba el teléfono, al parecer, no pensaba dejarse ver por un rato. Soltó un suspiro de resignación y salió del cuarto de Hime, dirigiéndose al suyo para irse a acostar. Ya había pensado seriamente las cosas y lo último que haría sería contarle la verdad a Naruto, sólo eso, después, no volvería a rogarle su perdón.
Estaba tan cansada que ni siquiera se quitó la ropa, simplemente se dejó caer en su cama y al cerrar los ojos, se quedó profundamente dormida.
No sabía que al día siguiente ya nada sería igual, que algo muy importante cambiaría.
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No dejaba de vagar por las calles de la ciudad, con mil y un cosas rodando en su cabeza, golpeándole como torbellinos, violentos y mortales. Le dolía, le dolía tanto el pecho que podría haberse arrancado perfectamente el corazón sin siquiera desangrarse, pero todo lo que había pasado hoy sólo le hacía ver que tenía que seguir adelante, ahora tenía una razón más, algo mucho más importante por lo que luchar.
Naruto tenía una hija, una preciosa hija que no tenía la menor idea de que él era su padre, su verdadero padre. También debía luchar por recuperar el amor de Hinata, ese que él mismo se había encargado de echar a la basura. Se maldecía por aquello, pero tal vez aún estuviera a tiempo, tal vez aún hubiera una posibilidad de que él y ella terminaran bien, de que estuvieran juntos por fin, que fuesen felices.
—Hinata... —susurró, llevándose las manos a los bolsillos y pateando una lata del suelo—. Hinata... —repitió, sin saber qué debía hacer ahora, sólo podía pensar en salir adelante, en no dejarla ir, no podía dejarla ir.
Cerró los ojos, alzó la cabeza y lo decidió; iba a recuperar al amor de su vida, no importaba cómo.
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Sintió que iba a desfallecer cuando las manos masculinas rozaron con sumo atrevimiento su cintura y sus caderas, pegándola a su cuerpo como si éste la llamara, incitándole al pecado. Cuando él le besó en los labios, ella sabía que estaba haciendo algo malo, que estar con ese hombre era lo peor que podía habérsele ocurrido en la vida, pero no lograba deshacer el deseo de querer estar entre sus brazos, un deseo quemante que había nacido durante sus besos y caricias en el parque.
Ahora acababan de entrar al departamento de Gaara, él había cerrado torpemente la puerta con uno de sus pies y luego la había empujado hasta llegar al sofá, en donde la recostó a falta de una cama y por la prisa que tenía al no querer esperar hasta llegar a la habitación. Ella podía sentirlo sobre ella, presionando su cuerpo, pero sin aplastarla, era una sensación deliciosa y por demás, indecente, ella estaba comprometida con otro hombre y aun así estaba ahí, a punto de hacer el amor con alguien que no era su novio.
—Gaara... —su voz se quebró ante un gemido, al sentir como el pelirrojo deslizaba una de sus manos por su pierna, subiendo desde la rodilla hasta el muslo y perdiéndose bajo su falda de secretaria, perfectamente planchada. Sus labios fueron inmediatamente presionados por los de él, en forma fogosa y apasionada, casi febril, le estaba volviendo loca como nunca antes se había sentido.
—Dios... te deseo tanto, Matsuri —susurró Gaara dentro del oído femenino, saboreando con delicadeza su cuello, aquella piel tan cremosa, que lo hacía adicto, ansioso por querer probar mucho más—. No aguanto esto —dijo sofocado, quitándose los primeros botones de la camisa para dejar al descubierto su torso. Su mano llegó hasta el muslo interno de la joven, la cual soltó un profundo suspiro cuando sintió las caricias en aquella zona prohibida para cualquiera que no fuera su esposo, porque sí, ella le había jurado a Sasori que nadie más que él sería el primero, en cuanto volvieran a verse, en cuanto se casaran.
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El Error de Amarte
FanficCuando Naruto era pequeño, el asesinato de su padre a manos de un Hyûga, marcó su vida para siempre. Años después, se enamoró perdidamente de una chica que le dio un vuelco a todos sus planes, pues ella era la hija del asesino de su padre. Cuando po...