Amarte no fue un error 2/2

173 11 1
                                    


Estaba parado afuera del departamento como un idiota, con las manos en los bolsillos del pantalón y un cigarrillo casi totalmente consumido en su boca. Dio la última bocanada de humo y arrojó la colilla a un cesto de basura que estaba cerca. Respiró hondamente dos veces y, finalmente, tocó la puerta.

Los segundos que pasaron le parecieron eternos, no hacía más que golpear su pie derecho contra el suelo, impaciente, hasta que, de un momento a otro, la puerta se abrió, dejando ver a la mujer, la cual llevaba por vestimenta un simple camisón.

—Perdón por la facha, pero te demoraste tanto que pensé que ya no ibas a venir, y estaba acostada —dijo Temari con una sonrisa un tanto fingida. Más bien parecía que había planeado demasiado bien la situación.

—Claro... —El Nara no quiso discutir aquello, simplemente entró al departamento en cuanto ella le extendió su mano hacia el interior, invitándole a pasar. Le indicó que se sentara en uno de los sillones individuales que adornaban la sala y ella tomó asiento frente a él—. Bueno... ¿para qué querías verme?

—Tengo algo que te puede interesar —Temari estiró su mano izquierda, tomando con ella una carpeta roja que estaba sobre la mesita de la sala—. Aquí tengo todo lo que me pediste, no lo he mirado aún —esbozó una sonrisa.

—¿Ah, no? ¿Y eso por qué? —preguntó frunciendo el ceño.

—Sé que es algo importante para ti, supongo que no quieres que muchos más se enteren, ¿no es así? Por suerte para ti, tengo unos amigos muy confiables y que son rápidos en obtener información, a mí no me interesa realmente lo que dice aquí, sino lo que puedo conseguir con esto.

—¿Y eso sería?

Temari se levantó de su asiento sin decir una palabra, lo que puso tenso e incómodo a Shikamaru, pero tampoco se atrevió a decir nada. Sus ojos se abrieron levemente cuando notó cómo la mujer rubia se le acercaba sugerentemente, contorneando sus caderas y mostrando de forma sensual sus largas piernas desnudas, debido al corto camisón de dormir.

Shikamaru no supo en qué momento ella se había sentado sobre sus piernas, le rodeó el cuello con sus brazos y sus labios estaban rozándose de forma nada inocente. Se sentía como si estuviera siendo acosado o violado, pero eso no le importaba, sin embargo, no era capaz de responder, no de la forma en que lo quería. A duras penas sus labios lograron moverse al mismo ritmo de los de la Sabaku No, pero sus manos seguían a los lados de su cuerpo, torpemente apoyadas sobre el sillón.

—Eres tú, Shikamaru —respondió finalmente Temari al separarse, mirándole a los ojos y notando su sorpresa. Sonrió de una forma desconcertante antes de separarse de él, lanzándole un beso desde lejos antes de tomar la carpeta roja—. Aunque con esto tengo suficiente por ahora, ten, es toda tuya.

—Eh... claro, gracias —dijo Shikamaru, aún absorto ante lo que acababa de pasar. Si tan sólo pudiera reaccionar un poco mejor ante esas situaciones, no se estaría sintiendo como un estúpido ahora—. Tengo que irme, Temari —avisó poniéndose de pie—, nos vemos en la empresa.

—Nos vemos —dijo Temari, observando como el Nara le daba la espalda y cerraba la puerta de su departamento, dejándola sola. Se dejó caer sobre el mismo sofá en donde estaba él sentado, soltando un suspiro—. ¿Qué sucede contigo? ¿Es que acaso en verdad no te gusto?

Por primera vez en mucho tiempo, se sintió decepcionada de sí misma, sin saber lo que pasaba en realidad, para ella, la reacción de Shikamaru sólo podía significar que él no sentía nada por ella.

Por otro lado, el Nara se apoyó contra la puerta cerrada, sacando rápidamente un nuevo cigarrillo y secándose el sudor de la frente.

—Qué problemático —murmuró con el ceño fruncido. Apretó la mano que sostenía la carpeta y finalmente decidió marcharse, cuanto estuviera en casa, vería qué rayos contenía aquel objeto.

El Error de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora