Si tuviera que explicar qué se sentía estar en la universidad, diría que me sentía como un niño en un mundo de adultos.
Apenas estaba saliendo de la secundaria y de repente ya me tocaba enfrentarme a la vida universitaria. Quizá suena un poco inmaduro viniendo de alguien que ya tiene dieciocho años, pero yo todavía no me sentía completamente listo para enfrentar todo lo que representaba la mayoría de edad. Y es que ser adulto no se trata solamente de un número. Hay un par de requisitos mínimos que uno tiene que cumplir para considerarse uno; el primero es ser responsable, y el segundo es ser independiente. Yo tenía lo primero, pero el asunto de la independencia todavía me daba un poco de miedo.
Según mi terapeuta, este miedo se debía a la pérdida de mis padres. Me había refugiado bajo el ala de mi madrina cuando ellos murieron y desarrollé un miedo irracional a estar solo.
Mi terapeuta... Una mujer dulce y amable, pero muy obtusa en ocasiones.
Mentiría si dijera que no me ayudó en absolutamente nada. Ella fue un gran apoyo para mí en mi desarrollo, pero a medida que fui creciendo, comencé a tener otras inquietudes, pero para ella todo se debía a la pérdida de mis padres.
Cuando estaba en la secundaria sufrí bullying por mi peso. No hace falta decir que los adolescentes son bastante crueles cuando se lo proponen. Yo estaba en un estado muy vulnerable y comencé a sentirme inseguro, y eso no tenía que ver exactamente con la muerte de mis padres, sino con mi aspecto. Quise hablarlo muchas veces con mi terapeuta pero siempre llegábamos al mismo lugar, así que un buen día, cuando tenía quince años, le dije a mi madrina que ya no quería seguir asistiendo. Ella lo entendió.
Desde entonces he estado trabajando muy duro en mi amor propio. Desarrollé una especie de fobia social y se me hace difícil relacionarme o confiar en la gente.
Me puse como meta conocer nuevas personas en la universidad, ya que allí las cosas son distintas. La gente no se mete contigo por tu aspecto o por tu peso. Son un poco más maduros.
Me topé con mi madrina cuando estaba a punto de salir. Estaba con una taza de café en la mano y el teléfono en la otra.
—¿Ya tienes todo preparado?
—Desde ayer.
—Te va a ir bien. Solo sé tú mismo.
—Lo sé, lo sé.
—Hoy tengo que irme temprano, los chicos me avisaron que hubo un problema con la cámara de frío así que voy a llamar al técnico para que la revise, pero ya sabes cómo es, si no estás ahí supervisando lo que hacen luego terminan dejando todo peor. Si puedes envíame un mensajito para saber cómo te está yendo, y no andes sin casco en la bicicleta.
—¿Y arruinar mi peinado? Ni hablar. —Ambos nos reímos —. Lo tengo en la mochila. Espero que esta vez no termines peleándote.
—Lo intentaré, cariño, lo intentaré.
Mi madrina era dueña de una heladería. Compró la franquicia hace un par de años, y desde entonces la he visto correr de un lado a otro para asegurarse de que todo esté bien. Cuando terminaban las clases, yo solía ir a ayudar en los días más pesados, es un trabajo bastante divertido.
Nos despedimos en la puerta y yo emprendí marcha hacia la universidad. Estaba muerto de nervios, mis niveles de ansiedad estaban por las nubes, pero a pesar de todo me sentía feliz.
Cuando llegué, guardé mi bicicleta, metí el casco en la mochila y comencé a buscar mi clase. El establecimiento era enorme; me sentía como una hormiga en un desierto.
Cuando por fin encontré el salón, me escabullí hasta el último pupitre con la intención de pasar desapercibido.
Todos iban a su ritmo, se veían relajados, demasiado adultos en comparación conmigo. Yo parecía un niñito que se había colado en una clase de chicos grandes.
—¡Buenas tardes!
La voz de una muchacha me hizo saltar de mi asiento. La miré con los ojos bien abiertos, como asustado. Estaba tan metido en mí mismo que no vi cuando llegó, ni mucho menos cuando se sentó a mi lado.
—Buenas... —contesté, tímido.
—Soy Mariana, mucho gusto. ¿Ya empezó la clase? Creí que llegaba tarde. Me perdí y agarré por una calle equivocada. Tuve que llegar preguntando porque no sé usar el mapa.—Se rio—. Ay Dios, qué calor hace aquí.
Yo solo la miraba mientras ella hacía su monólogo y se abanicaba la cara con la mano.
En otras circunstancias tal vez su verborragia me hubiera resultado agobiante, pero en esta ocasión sentí un poco de alivio de que alguien se acercara a hablarme. Aunque, a decir verdad, envidiaba su capacidad de relacionarse con desconocidos de una forma tan espontánea y natural.
—El profesor todavía no llegó —le contesté—. Me llamo Antoni.
—¡Antoni! Qué lindo nombre. Es un placer.
Mariana llevaba un morral de tela con un pin del símbolo feminista. Su pelo, muy enrulado, estaba atrapado en una coleta que parecía estar a punto de explotar. Tenía una sonrisa muy simpática, ojos brillantes de color avellana y cara de ser demasiado amigable.
Mientras nosotros conversábamos, llegaron algunos chicos más al salón. Pero hubo uno en particular que llamó especialmente nuestra atención. A diferencia de casi todos los que entraban, él estaba solo. Llevaba unos cascos enormes puestos y su look punk-gótico era un poquito intimidante. Se sentó en la otra punta del salón, en el rincón más apartado. Se quitó su mochila, los cascos y sacó una libreta bastante maltratada y un bolígrafo.
Mariana me miró con los ojos brillantes, con una sonrisa de oreja a oreja. Yo no entendí muy bien qué quiso decirme, pero no fue necesario preguntarle, ya que ella estaba lista para expresar el motivo de su repentino ataque facineroso.
—¡Guau! ¿viste a ese chico? Es como gótico, ¿no? Se ve genial.
Asentí, mientras lo miraba de reojo. No podía negar que el chico imponía presencia. Con su pelo rapado en un costado, sus muñequeras de tachas y el overol negro prendido de un solo lado. Oh, y no olvidemos sus uñas pintadas de negro. Sí, se veía bastante genial.
ESTÁS LEYENDO
Amor en talla XL
Teen FictionAntoni no tiene demasiadas expectativas cuando comienza la universidad. Está convencido de que su aspecto y su forma de ser siempre lo hicieron invisible. Pero esta nueva etapa traerá consigo un montón de sorpresas que tienen que ver con amistades e...