Capítulo 30

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Era la primera vez en mucho tiempo que no podía dormir

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Era la primera vez en mucho tiempo que no podía dormir. Pero esta vez no era por estar deprimido o ansioso. Estaba pensando, imaginando. Creándome historias en la cabeza. A veces lo hacía cuando estaba demasiado inquieto y casi siempre me funcionaba para despejar la mente de cosas negativas, pero esta vez había algo más ocupando mis pensamientos: Camilo.

¿Cómo sería tener una relación con alguien como Camilo? Era un chico atento, amable, gentil y... Bueno, también era sexy. Cuando estaba en mi mente a veces ella tomaba el control y aunque yo quisiera reprimir ciertas cosas ella no me dejaba hacerlo. Eso fue lo que sucedió cuando pensé en los jeans ajustados de Camilo, en sus bíceps, en la forma de su boca y en esa sonrisita pícara que me lanzaba a veces. Y todo esto me llevó a cuestionarme toda mi existencia. De pronto tenía un montón de preguntas para las que por supuesto no tenía una respuesta. Si me gustaba Camilo, ¿entonces me gustaban los chicos? ¿O tal vez me gustaban los chicos y las chicas? O tal vez solamente me gustaba Camilo. ¿Me gustaba Camilo?

Había un ejercicio muy básico para responder la última pregunta. Debía imaginarme en una situación íntima con Camilo y ver qué sentía. Así que comencé a imaginar.

Lo imaginé tomándome suavemente de la nuca para acercarme a él. Imaginé esa sonrisa gentil y coqueta que casi siempre llevaba cuando conversábamos. Me imaginé inhalando su perfume, cerrando los ojos cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí. Su aliento tibio sobre mi boca, más cerca, cada vez más cerca de mí, y cuando llegó el momento incluso tuve la sensación de sentir sus labios carnosos sobre los míos, y eso fue... Guau. Fue fantástico.

Cuando abrí los ojos casi por instinto me mordí los labios. Sentía las mejillas y las orejas calientes. Esa fantasía por fin me dio la respuesta que tanto había buscado. Camilo me gustaba. Y no de la forma que yo creía. No era que solo me parecía un tipo genial. Dios mío, me gustaba. En el sentido romántico de la palabra. Eso era completamente aterrador.

. . .

—¡Buenos días!

Cuando lo escuché detrás de mí pegué un salto.

Camilo se destornilló de risa mientras se acomodaba en el pupitre que estaba junto al mío. Yo no sabía ni dónde meterme. Apenas había podido dormir por estar imaginando cosas raras relacionadas con él. Supongo que no pensé que tendríamos que compartir toda la tarde juntos.

—¿Estás bien? Luces cansado.

—Me asustaste —dije, luego de acomodarme en mi asiento—. Yo estaba pensando en cosas y tú llegaste de repente.

—¿En qué pensabas?

Y ahí estaba otra vez, mi mente cochina y atrevida incitándome a responderle algo sugerente, pero por fortuna, esta vez yo tenía el control, y no iba a permitir que me pusiera en ridículo.

—En algo que leí sobre filo, no importa. ¿Viste a los chicos?

—Sí, estaban en la cantina, Mariana tenía frío y quería un café, los demás la acompañaron. Oye, Antoni, ¿quieres ir a mi casa esta tarde? Mis abuelos se fueron de paseo con los niños otra vez.

Amor en talla XLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora