No podía dejar de pensar en lo que había pasado con Camilo.
Nuestro segundo beso.
No sabía si los contabilizaría de aquí en más; tal vez lo haría con los primeros diez o veinte, y tal vez en algún punto acabaría perdiendo la cuenta. Me sentía un poco extraño al respecto, y cuando se lo comenté a mi madrina, ella tuvo la respuesta a mis inquietudes de inmediato.
—Estás enamorado.
La miré con incredulidad.
No voy a decir que esa idea no pasó por mi mente varias veces, pero no estaba completamente seguro.
—¿Tú crees? Yo soy un novato. Es la primera vez que alguien se fija en mí.
—Que tú sepas —agregó mi madrina.
—Bueno, sí, que yo sepa. También es la primera vez que llego tan lejos y no sé definir lo que estoy sintiendo. Es un poco patético.
Ella se acercó a la mesa del comedor. Me ofreció una taza con café batido, una receta especial que ella sabía preparar a la perfección. Era la mejor bebida para acompañar conversaciones interesantes o incómodas.
—Deberías hacerle caso a una persona con más experiencia. Te estoy diciendo que estás enamorado. Es una etapa maravillosa que debes disfrutar, así que pon esa cabecita a descansar, deja de darle vueltas al tema y solo besuquéate con Camilo todo lo que quieras. Y si pasan a la segunda base, cuídense.
Arqueé una ceja.
—¿Segunda base? ¿A qué te refieres?
Ella hizo un gesto negativo con la cabeza, sin perder su sonrisa.
—Realmente eres un novato. Me refiero al sexo, cariño. Imagino que en algún momento van a llegar a ese nivel, y cuando suceda, háganlo con cuidado y protéjanse.
Supongo que el rubor en mis mejillas era demasiado evidente. Lo supe en cuanto mi madrina se empezó a reír.
—No sé si quiero hablar de eso contigo.
—Bueno, tú no quieres, pero yo sí. El sexo es normal, es parte de la vida, y tú ya eres un adulto que tiene capacidad de decidir si quiere hacerlo o no. Es importante que conozcas tu cuerpo, que sepas el significado del consentimiento y que te cuides.
—Ya sé todo eso. Tú me hablaste sobre esos temas cuando cumplí dieciséis, y ni siquiera esperaba tener sexo algún día.
Ella chasqueó la lengua.
—Y mírate ahora, dieciocho años, iniciaste una carrera y tienes un prospecto de novio.
—Guau, todo un éxito —dije con tono sarcástico.
Ella solo me sonrió.
Por fortuna nunca había tenido que usar la carta del consentimiento con Camilo. Pero sabía exactamente a lo que mi madrina se estaba refiriendo, y no necesitaba tener demasiada experiencia para eso. Ella siempre hizo mucho hincapié en todo ese asunto, y no solo con lo relacionado al sexo, sino al consentimiento en general. Cuando alguien decía algo fuera de lugar, o cuando no me hacían sentir a gusto. Eso también se trataba de consentir, de poner límites y de tomar la decisión de marcharme si no me sentía a gusto. Pero para hacer eso, uno tiene que saber identificar cuándo es momento de decir basta.
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Amor en talla XL
Teen FictionAntoni no tiene demasiadas expectativas cuando comienza la universidad. Está convencido de que su aspecto y su forma de ser siempre lo hicieron invisible. Pero esta nueva etapa traerá consigo un montón de sorpresas que tienen que ver con amistades e...