El último examen estaba ahí, respirándome en la nuca, pisándome los talones. Aunque, a decir verdad, estaba más ansioso por la salida que quería hacer Mariana que por el propio examen en sí. Ya había superado la prueba de dormir fuera de casa, pero Camilo vivía bastante cerca, Mariana quería irse a unos cuántos kilómetros de mi zona segura, y eso, pensar en estar tan lejos de mi casa hacía que me sudaran las manos.
—¿Estudiaron?
Bianca fue la primera en hacer la gran pregunta. Estábamos todos parados en la puerta del salón pasando el rato hasta que llegara la hora de entrar. Quizás fue la ansiedad la que nos hizo llegar un poco más temprano que de costumbre.
—Yo sí —contestó Jon, todos rodamos los ojos.
Jon siempre estudiaba, siempre.
—Yo repasé algo de los últimos apuntes pero sinceramente no me esmeré mucho. Vengo cansado de los otros exámenes —agregó Benjamín.
—Yo sí estudié. Hice esquemas, resúmenes, practiqué frente al espejo. Creo que me va a ir bien —dijo Mariana.
—Mi madrina me ayudó a estudiar. Hicimos tarjetas con preguntas. Ella las iba leyendo al azar y yo contestaba.
—¡Qué buen método! —exclamó Mariana.
Me encogí de hombros.
—Lo hacemos así desde que estoy en primaria. Siempre me ha funcionado. Creo que es como un juego de mesa que va subiendo de nivel a medida que voy creciendo.
Todos nos reímos.
—Yo estudié anoche—saltó Camilo—. Tengo buena memoria fotográfica, así que estoy reteniendo toda la información aquí. —Se señaló la sien.
Estábamos a punto de decirle un par de cosas cuando el profesor llegó, con la carpeta llena de papeles y su mochila colgada de un solo hombro. Entramos todos en silencio y nos acomodamos bastante cerca uno del otro. Jon y Camilo parecían tranquilos, al resto de nosotros nos estaba tragando la ansiedad. Pude saberlo por las caras de todos. Incluso Mariana, que aparentemente fue la que más se preparó, lucía aterrada.
Debo decir que, al menos para mí, fue el peor de los exámenes. Ni siquiera era el más difícil, pero era el último, y eso le daba un toque de horror a todo el asunto. Estábamos cansados, estresados y con ganas de que se acabara la tortura. Y a diferencia de los otros, este exámen era de múltiple opción, lo que para muchos puede ser pan comido, pero para mí, que soy pésimo tomando decisiones, fue un auténtico calvario.
Cuando salimos al receso, fuimos todos juntos a la cafetería. Supongo que necesitábamos comer alguna porquería para aminorar el trauma.
—¿Cómo creen que les fue? —inició Benjamín—. Yo fui un completo fracaso.
—Me olvidé de todo lo que estudie y casi me da una crisis de pánico, pero luego me calmé, respiré hondo y traté de responder todo. Estoy casi segura de que no me fue tan mal —añadió Mariana.
—Me fue bien —afirmó Jon, y todos quisimos contagiarnos aunque fuera un poquito de su seguridad.
—Creo que llego a la nota mínima para aprobar —culminó Bianca.
Luego de eso, todos nos agarramos unas cuántas papas fritas de la bolsa grande que había comprado Camilo, luego Mariana volvió a hablar.
—Cambiando radicalmente de tema y más allá de que hayamos aprobado o no. ¡Ya casi llegan las vacaciones y tenemos que planear nuestro viaje! Todos van a ir, ¿cierto?
Noté la mirada de Camilo sobre mí de inmediato. Sabía que ese momento llegaría, de hecho lo estaba esperando. Incluso podría decirse que intenté prepararme psicológicamente para saber qué responder.
—Dije que me auto castigaría si no llego a aprobar algún examen —hablé primero.
Camilo seguía mirándome.
—Ay, ¡por favor! —contestó Bianca—. Si vas a hacer eso de aquí a que te gradúes vas a perderte de muchos momentos buenos, amigo. No conozco a una sola persona en el mundo que haya obtenido su título sin perder un solo examen.
Camilo asintió, y en ese momento supe exactamente lo que estaba intentando hacer. Él ya me había dado el sermón, me había dicho lo que opinaba sobre mi decisión de "auto castigarme", así que ahora solo estaba dejando que los demás me dieran sus argumentos.
—Pero se supone que si un estudiante reprueba un examen lo que debe hacer es estudiar más para salvarlo la próxima vez.
—Bueno, sí —atacó Benjamín—. Pero no es que vayas a tener el examen una semana después.
—Y tampoco es que vas a quedarte sin título por reprobar un examen —continuó Mariana.
Miré a Camilo de reojo y comprobé que estaba sonriendo de forma muy sutil.
Está bien, tenía que admitir que ellos tenían un punto. Bueno, varios puntos en realidad.
—Lo voy a pensar —concluí.
Mariana tenía una sonrisa de oreja a oreja.
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Amor en talla XL
Teen FictionAntoni no tiene demasiadas expectativas cuando comienza la universidad. Está convencido de que su aspecto y su forma de ser siempre lo hicieron invisible. Pero esta nueva etapa traerá consigo un montón de sorpresas que tienen que ver con amistades e...