Cuando vi a Mariana y a Camilo sentados en la mesa de la cafetería sentí náuseas.
Claramente estaban hablando sobre algo que tenía a Mariana completamente disgustada, lo supe porque estaba sería, con los brazos cruzados sobre el pecho y la boca fruncida.
Camilo hablaba tranquilo, con las manos sobre la mesa. Las movía de vez en cuando para hacer algún gesto, Mariana solo resoplaba y giraba los ojos.
—¿Los estás espiando?
Jon me atrapó infraganti.
—No, no. Yo solo pasé por aquí y los vi de casualidad...
—Llevan un buen rato hablando. Mariana está furiosa porque tú y Camilo están juntos.
—No estamos exactamente juntos...
—Yo no entiendo mucho el asunto de las relaciones. Pero Mariana no tiene que molestarse con ustedes porque están juntos. Simplemente debería asumir que sus sentimientos no son correspondidos y tomarlo con madurez.
Asentí. Una vez más, Jon me dejaba sorprendido con su nivel de madurez. Aunque dijera que no entendía mucho, probablemente lo entendía más que cualquiera de nosotros.
Mariana se puso de pie y tomó su morral de una manera un tanto brusca. Camilo le dijo algo más antes de que ella se marchara. Jon y yo estábamos parados a unos metros de la puerta, así que cuando ella salió de la cafetería, nos vio.
Me sostuvo la mirada durante unos instantes y en ese momento noté que tenía los ojos vidriosos. Quería llorar, pero era demasiado orgullosa como para hacerlo en frente de nosotros.
—Mariana... yo...
Ella me interrumpió de inmediato.
—No hables, Antoni. Deja que se me pase, ¿sí? Solo... deja que se me pase.
Yo apreté los labios y de nuevo la dejé irse.
Me consolaba que haya sido un poco menos agresiva esta vez. No tenía idea de lo que habían hablado, pero supongo que Camilo supo ser asertivo y escogió bien sus palabras.
Cuando entramos a clase, Mariana estaba allí junto con Bianca y Benjamín.
Bianca se había hecho muy amiga de Mariana, por eso no me sorprendió que me mirara con recelo. El único que me tenía en incógnita era Benjamín, porque él era bastante chapado a la antigua y no sabía cómo le había sentado el enterarse de que Camilo y yo estábamos en algo. Pero supongo que dada la situación, era mucho mejor no saberlo.
A la hora de la salida. Mariana y Bianca salieron juntas. Benjamín y Jon se fueron por su lado, y Camilo y yo por el nuestro.
—Esto apesta —dije.
—Sí, bueno, supongo que ya se les pasará.
—¿Vas a contarme qué hablaste con Mariana?
—Básicamente le dije que no podía corresponder sus sentimientos porque soy gay —respondió—. Le dije que sentía cosas por ti, y que pensábamos contarles pero no queríamos hacerlo hasta no tener algo más concreto, que no fue nuestra intención ocultarles nada.
—¿Y ella qué te dijo?
—Se sorprendió cuando le dije que era gay. Supongo que creyó que lo descubrí contigo. Tu teoría fue completamente cierta. Me dijo que estaba muy molesta contigo porque se sintió traicionada, y yo le respondí que no me parecía muy maduro que estuviera condicionándote de esa manera, pero que no podía hablar por ti, así que... Creo que cuando se le pase el enojo ustedes dos se deben una charla.
—No quiere ni verme. ¿Cómo se supone que hable con ella si me odia?
—Nah, no te odia. Está dolida, pero si te odiara no se hubiera puesto tan mal por esto. Eres su amigo y te quiere, solo está molesta.
Resoplé.
—De haber sabido que esto de ser sociable era tan estresante me hubiera quedado en el hueco de mi habitación.
Él soltó una carcajada.
—No puedes dejar de ser un humano funcional solo porque la gente se enoje. Estas cosas pasan, las personas se molestan todo el tiempo. Es normal. Con el tiempo aprendes a manejar las diferentes situaciones y eliges si te importa o lo mandas al diablo.
—Guau, otra vez siento que soy tu fan.
—Eso me gusta —respondió en tono coqueto.
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Amor en talla XL
Teen FictionAntoni no tiene demasiadas expectativas cuando comienza la universidad. Está convencido de que su aspecto y su forma de ser siempre lo hicieron invisible. Pero esta nueva etapa traerá consigo un montón de sorpresas que tienen que ver con amistades e...