Epílogo

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Supongo que hay varias cosas que quieren que les cuente antes de que termine esta historia

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Supongo que hay varias cosas que quieren que les cuente antes de que termine esta historia.

Por si les interesa saberlo, pasé las pruebas finales. Me llevé una sola materia a examen, pero la salvé en el primer período, y no solo eso, sino que estuve sobrado con mis créditos, así que ya puedo disfrutar tranquilo de mis merecidas vacaciones antes de volver a internarme en la universidad.

Tomé la decisión de volver a terapia. Pero no quise hacerlo con mi terapeuta de siempre, así que mi madrina y yo buscamos a alguien nuevo.

Volver a contar toda mi historia fue la parte más complicada. No voy a negar que al principio tenía un poco de miedo de que la mala experiencia se volviera a repetir, pero con cada sesión me fui dando cuenta de que me sentía bastante cómodo. Emili era una chica muy gentil y atenta. Escuchaba lo que yo decía y me prestaba atención en lugar de hacer un gesto negativo con la cabeza y anotar cosas en su libreta. Teníamos sesiones virtuales una vez a la semana, durante una hora.

Gracias a esto, me atreví a visitar la tumba de mis padres, después de mucho tiempo. Les conté que había comenzado la universidad, que tenía un novio maravilloso, un grupo de amigos geniales, y que había conseguido superar el primer año sin estresarme demasiado. También aproveché para pedirles perdón una vez más.

En el fondo yo sabía que probablemente ellos no me estaban escuchando. Lo que había debajo de la tierra no eran mis papás, solo estaban los envases, el recuerdo de lo que alguna vez fueron. Pero yo todavía seguía aferrado a ese recuerdo, y a la idea de que, de alguna manera, ellos nunca se habían alejado de mí, aunque yo ya no pudiera verlos.

Honestamente, me sentí bien. Ese perdón no sonó vacío como los otros; no eran solo palabras que se perdían en mi mente. Sentí que esta vez algo había cambiado. Quizá me di cuenta de que en realidad, no había nada que perdonar.

También vi a mi madrina llorar. Acarició el nombre de mi madre grabado en la lápida, y mientras lloraba, una sonrisa triste se dibujó en su rostro.

Creo que, por primera vez, ella sentía que podíamos compartir el dolor. Era un poco más llevadero si pasábamos el duelo juntos.

Pero esta historia no solo trata de cosas tristes, también hay momentos felices.

Recuerdo haber mencionado que todos los años nos íbamos de vacaciones con mi madrina. Pero esta vez no éramos solo nosotros dos. También fueron Mariana, Bianca, Benjamín, Jon y por supuesto: Camilo.

Casi todos los años íbamos a la playa. A mi me encantaba, pero tenía un conflicto enorme porque no me gustaba usar shorts de baño, y mucho menos estar sin camiseta. Así que, casi siempre, llevaba mis shorts estilo cargo que me cubrían hasta las rodillas, una camiseta ancha que escondía todo lo que yo no quería enseñar, y lo único que hacía era mojarme los pies, porque no me gustaba bañarme vestido y que se me pegara la camiseta al cuerpo cuando se mojaba.

Amor en talla XLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora