—¿Un grupo de estudio? ¿Y qué se supone que hacen?
Estábamos comiendo una barra de cereal en la puerta de la uni.
—Mariana me dijo que en teoría nos reunimos en la casa de alguno para estudiar, pero supongo que al final nunca estudiamos, a no ser que sea estrictamente necesario. Imagino que es como una de esas fraternidades que aparecen en las películas yankees, pero más tercermundista.
Camilo soltó una sonora carcajada.
—A mí no se me da nada bien todo ese asunto de entablar relaciones con otras personas y eso, pero si tú estás me uno.
No pude evitar sonreír ante ese comentario.
—Una de las chicas quiere saber si tienes novia. Así que te haré la pregunta porque si regreso sin esa información, probablemente se enoje conmigo.
Camilo hizo un gesto negativo con la cabeza, sin perder su sonrisa.
—No tengo y por el momento no me interesa tener. Mi cabeza ahora mismo está enfocada en la universidad. Pero dile que sí quiero hacer nuevos amigos.
Alcé una ceja.
—¿Por qué pones esa cara? —me preguntó.
—Bueno, admito que me parece extraño que no tengas novia. Quiero decir, alguien como tú fijo tiene que tener una, ¿sabes?
Él solo me miró, incrédulo y divertido al mismo tiempo.
—¿Por qué se supone que debo tener una?
—Ya sabes, porque eres... Bueno, atractivo, carismático, qué sé yo. Tienes una moto enorme, a las chicas les gusta todo eso.
Él solo se carcajeó.
—Antoni, hay chicas que no se fijan solo en eso.
—Claro que sí —afirmé—. Mira, el mundo funciona de una manera bastante básica. La gente guapa tiene muchas ventajas que el resto de los mortales no, ¿comprendes?
—No estoy muy seguro de hacerlo...
Chasqueé la lengua.
—A ver, los chicos como tú probablemente tienen más éxito que los chicos como yo. Tú puedes hacer amigos con facilidad si quisieras, puedes tener novia y todo eso, para alguien como yo es mucho más complicado. Nadie quiere al tipo gordo y con apariencia de friki.
Me detuve cuando vi la expresión de molestia en el rostro de Camilo.
No supe con exactitud qué parte fue la que le molestó más, pero se veía realmente enojado.
—¿Y qué pasa si no quiero tener novia y tampoco "hacer amigos" como dices? —dijo de repente. Su voz sonaba áspera —. Lo que estás diciendo es terrible, Antoni. Todas las personas deberían ser tratadas y valoradas de la misma manera, en función de su actitud con otros, no de su apariencia física o sus bienes materiales. Tú no me pareces "un gordo friki", creo que eres un chico genial.
—Eres la segunda persona, contando a mi madrina, que dice eso sobre mí —contesté—. Nadie quiere acercarse a mí y se meten conmigo principalmente por mi apariencia.
—Eso es porque nadie conoce quién eres realmente. Además, ¿hace cuánto sucedió eso? Entiendo que es doloroso y que hay heridas que son difíciles de sanar, pero no puedes vivir esperando que la gente te maltrate toda la vida. Eso también depende de ti.
Por un momento quise enojarme y hacer un berrinche, pero me tomé unos momentos para analizar detenidamente lo que Camilo me estaba diciendo.
Durante mis años de secundaria siempre permití que la gente abusara de mí. Siempre creí que me lo merecía por tener este aspecto o por ser introvertido, y bajo esa premisa permití que cualquiera se metiera conmigo. Cuando crecí, esa actitud sumisa continuó formando parte de mi personalidad. Llegué a interiorizar esa culpa de tal manera que incluso la más mínima muestra de cortesía me parecía una tomada de pelo. Pero Camilo acababa de hacerme ver lo que realmente estaba pasando conmigo. Seguía prendado de un recuerdo doloroso que todavía me perseguía. Estaba estancado en mis años de secundaria; no soltaba a mis abusadores, no soltaba los insultos y los maltratos que recibía por parte de ellos. Yo mismo me había convertido en mi propio abusador, y desde luego, a las personas con dos gramos de cerebro les chocaba ver cómo yo me hacía bullying a mí mismo. Camilo no era la excepción.
—Escucha, Antoni —prosiguió Camilo—, el primer paso para amarte es aceptarte tal y como eres. Y si no te gusta algo de ti, intenta cambiarlo, y si no puedes cambiarlo, aprende a lidiar con eso. Si te odias y te haces daño a ti mismo no vas a conseguir nada, solo sentirte miserable y que los demás te vean como un miserable. En cambio si aprendes a quererte y a respetarte, no solo te vas a sentir mejor contigo mismo, los demás van a percibir esa seguridad. No eres "un gordo friki", eres Antoni, y para mí eres genial.
—Es más fácil decirlo...
—Sí, lo sé, pero el primer paso es comenzar a intentarlo, ¿no crees? Puedo ayudarte diciéndote todos los días lo genial que eres, comenzando desde hoy mismo si quieres.
Solté una risa nerviosa.
—Sería un poco extraño.
—Pero si de esa forma puedo hacer que cambies el chip, entonces puedo hacerlo. A no ser que prometas que vas a intentarlo.
Solté un suspiro, y con ese suspiro sentí que también salía algo muy oscuro y pesado desde lo más profundo de mi interior. Quizás era el miedo que me había asaltado desde que conocí a Camilo.
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Amor en talla XL
Teen FictionAntoni no tiene demasiadas expectativas cuando comienza la universidad. Está convencido de que su aspecto y su forma de ser siempre lo hicieron invisible. Pero esta nueva etapa traerá consigo un montón de sorpresas que tienen que ver con amistades e...