No.
Para decir no hace falta algo más que coraje. Y ciertamente yo no tuve ni lo uno ni lo otro. Nunca pude decirte no, ni siquiera en los peores momentos. Me excuse en la idea de que el amor no sabía de negativas, que, si era necesario, se debía dar la vida. Me aseguré de hacerme creer que eras mi vida, que sin ti yo ya no existía. Por todo eso, nunca pude decirte que no. Viví de abrazos que solo abrían heridas y anduve por el mundo, así, herido y adicto, queriendo más de eso, aunque al final me dejen con el alma partida.
Es que nunca te pudo decir que no, ¡joder! me tragué el cuento de hadas y no me di cuenta de que tú eras la villana, que tus besos eran la manzana envenenada.
Me mataste, en un principio de placer, porque, para hacer el amor, como tú ninguna. Luego me volviste a matar, y me dejaste lo suficientemente cuerdo como para sentirlo. Armaste un juego macabro en el nunca quise jugar, te montaste un circo y me tomaste como tu payaso personal. Y cuando te cansaste de mí, me cambiaste, así de fácil, como quien se cambian de ropa. Me resté importancia por dártela toda a ti. Te di mi aire, aunque yo viviese con los pulmones al treintaicinco por ciento.
Le dije no a las cosas importantes; le dije no al amor propio, a la estabilidad emocional, a darme otra oportunidad. Le dije no y me arrepiento, de todo, de ti, de mí. Me arrepiento de no haberte dicho no cuando lo que tú me dabas ya no era amor.
Este capítulo va dedicado a mi fiel lectora @VanesaGozdziaszek por la constancia y dedicación que le da a mi trabajo. Muchas gracias <3
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Entre café y melancolía
PoetryLas historias pasan y solo viven en la mente de nosotros, pero un libro no es de uno sino del mundo. Y las historias también.