No sé nada de ti y eso que te he frecuentado bastante. No sé de tus penas, de si lloras a ríos o a mares, si ríes de verdad o por costumbre. No sé si estás bien, si tu corazón está en paz o si aún sabes quien soy.
Alguna que otra cosa me has contado, como lo de que tu abuela es lo más importante para ti, que los viernes asistes a un grupo de ayuda o que vives conflictuada con tus cumpleaños por esa relación amor/odio.
Juraba que sabía quien eras. La chica de la melena roja, la de los anteojos redondos Pro Acme, la de la mirada seria y divergente. Podría decirte mil adjetivos más y seguiría sin saber quien eres en realidad.
No sé nada de ti. Yo, que juraba que contigo había encontrado mi lugar, que en ti me había encontrado por fin. Yo, que era fiel creyente de que no existe algo tan absurdo como las medias naranjas, manzanas, tejocotes, limones y todo aquello que me hiciera entender que soy solo la mitad de alguien más.
No sé nada de ti, pero si de mi. Sé que estoy a nada de extrañarte y a poco de aceptar que contigo se va una parte de mi.
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