La noche era cerrada, muy cerrada. La luna llena reinaba en el cielo, escondida tras la osadía de algunas nubes que se atrevían a encubrir su belleza. Comenzaba a refrescar, el verano ya se había ido, llevándose consigo el calor, las altas temperaturas y las cortas prendas.
Se encontraba recostada en su cama, con las piernas estiradas sobre el alfeizar de la ventana. Sentía el frescor de la madrugada acariciar la desnuda piel y se encontraba sumida en sus más profundos pensamientos. Un leve golpeteo sobre su puerta la hizo salir de su pequeña ensoñación y con un breve pero audible: adelante, la puerta se abrió.
- ¿No puedes dormir? – Su voz se perdió por la oscuridad de la habitación, esperando una respuesta.
- Tus pensamientos son demasiado ruidosos. – Sonrió, metiéndose en la cama junto a ella. – Te escucho pensar desde mi habitación.
- ¿Seguro que no es la resaca lo que no te deja dormir? – Sonrió, observando cómo Debs escondía su rostro entre las almohadas.
- Ugh, cállate. Todavía me da vueltas todo.
- ¿Y te sorprende? – Preguntó, irónica. – Te bebiste hasta las copas de los árboles.
- Lo siento. – Su disculpa se perdió entre el silencio de la habitación. Andy aguantó un segundo la respiración, observando a Debs cerrar los ojos, intentando dormir.
- Hacía tiempo que no te ponías así... - Susurró. - ¿Quieres contarme algo? – Debs negó con la cabeza, hundiéndose todavía más entre las almohadas.
- Eres de las que beben para olvidar, así que... - Sonrió, triste. - ¿Seguro que no quieres...?
- Edward me ha vuelto a hablar. – Andy se reincorporó, con sorpresa. Apoyó su espalda en la pared, mientras que el resto de su cuerpo seguía recostado en la cama. – Me ha pedido otra oportunidad... - Edward era el exnovio de Debbie. Habían estado juntos dos largos años y lo dejaron meses antes de venir a la ciudad a cursar los dos últimos años de universidad que ambas tenían por delante. Él decía no soportar la distancia, para Andy la realidad era muy diferente y sospechaba que simplemente, él quería acabar la relación y no tenía los huevos necesarios para decirlo.
- ¿Qué vas a hacer? – Andy hundió las yemas de sus dedos entre las pelirrojas hebras de Debbie, acariciándola con cariño. Desde que tenía uso de razón, a Debs le encantaban las cosquillitas en la cabeza.
- No lo sé... - Suspiró, ladeando el rostro. - ¿Qué harías tú?
- No deberías preguntarme a mí. No tengo mucha suerte en el amor.
- ¿Qué tal con la rubia? – Preguntó, evadiendo contestar.
- Estábamos hablando de ti. – Sonrió, detectando que Debs quería irse por las ramas. Suspiró y volvió a enterrarse entre las almohadas, evadiendo la realidad.
- No sé lo que voy a hacer... le he pedido tiempo para pensar.
- No hagas nada que realmente no quieras, ¿vale? – Asintió.
- Lo mismo te digo. – Alzó la voz. – Te estás metiendo en un lío...
- ¿Yo? ¿Por qué lo dices?
- Chloe tiene novio. – Dijo directamente. – Y no me parece que sea una relación normal. Hay algo económico de por medio, seguro. Y esas relaciones son mucho más complicadas que las tradicionales. Si están juntos porque sus familias así lo han apalabrado... estás jodida. – Andy suspiró, apoyando su cabeza sobre la ventana y mirando hacia el cielo. No sabía bien qué pensar sobre la rubia, sobre Derek, y sobre la relación que ambas mantenían. Chloe juraba y perjuraba que era cosa de una vez, pero sabía que en lo más profundo de sus ojos, quería más de ella. Al fin y al cabo, ¿Había sido el mejor polvo de su vida, no?
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Hate-Fuck-Love
RomanceNo empiezan de la mejor manera. Se odian y no pueden aguantar ni cinco minutos en la misma habitación. Su relación es una lucha para intimidar y hacer que la otra desvíe la mirada. ¿Y si ese odio se convierte en pasión? ¿Y si la tensión que nace de...