Capítulo 18

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- ¿Andy?

De nuevo, silencio.

- Andy... la cena ya está hecha. – insistió, dando leves toquecitos en su puerta. Pero como era de costumbre, nada ocurrió. Debs se limitaba a dejar la comida cada día tras la puerta, esperando que Andy comiese algo. Los platos siempre los recogía prácticamente intactos. Estaba claramente preocupada por la salud de su mejor amiga. Desde que había recibido aquellos mensajes, la morena se había encerrado en su mundo, como años atrás. La pelirroja se desesperó, por lo que insistió. – Como no abras la puerta en cinco segundos... - alzó la voz, pero se acalló al ver que ésta cedía ante su insistencia y se apartó unos cuantos centímetros. - ¿Andy? - Parecía un auténtico fantasma, estaba pálida y tenía unas ojeras muy marcadas bajo los ojos. – Dios, estás hasta más delgada. – la pelirroja se acercó, examinándola. - ¿Cuánto tiempo hace que no te das una ducha? – ni si quiera se molestó en que la morena le contestase, la arrastró hasta el baño y dejó que el agua de la ducha corriese libremente hasta que estuviese lo suficiente caliente para meter a Andy bajo ella.

- Vamos, entra. – pero Andy no contestó, se limitó a mirarse en el espejo. No tuvo más remedio que arrastrarla junto a ella hacia la ducha y esperar a que la morena reaccionase. – O te quitas la ropa o te la quito yo. – la miró, pero a la morena no parecía importarle el estar mojándose. Tenía la mirada perdida en algún lugar que la pelirroja no supo adivinar. No tuvo más remedio que quitarle la ropa ella misma. Y para su suerte, Andy solo se dejó hacer. – Oye... - pero la morena bajó la mirada de repente, preocupando a Debs. - ¿Andy? – El cuerpo de la morena comenzó a agitarse, estaba llorando. – Andy... - la abrazó, con fuerza, intentando calmar el ataque de nervios que estaba sufriendo su mejor amiga.

- N- no puedo más. – ahogó su voz sobre el hombro de la pelirroja. – estoy muy cansada... no puedo más con esto... - la sintió temblar y llorar al mismo tiempo y sintió que su pecho se encogía con cada sacudida. – no quiero que me encuentre, no quiero verla, no quiero...

- No lo hará. – aseguró – y si lo hace, se las verá conmigo. Te prometo que no te pondrá un dedo encima. – asintió contra su hombro y estuvieron unos cuantos minutos así, con Debs abrazando a una débil Andy. Se hizo el silencio, solo con el ruido del agua acompañándolas.

- Gracias... - susurró, todavía pegada al cuerpo de Debs.

- No tienes por qué darlas. – sonrió, separándose un poco de la morena.

- Lo siento, por mi culpa estás... - observó que toda su ropa se había empapado y le restó importancia.

- Tranquila. – se deshizo de su ropa, quedando desnuda junto a la morena. – así me aseguraré de que te duches. Llevas más de una semana metida en tu habitación.

- Debs, no hace falta, q-que... no tengo cinco años. – se quejó, ligeramente ruborizada por la actitud maternal de su mejor amiga.

- Me da igual. – acalló a la morena, que intentaba volver a rebatirla y le tendió el gel de baño. - ¿Lo haces tú o lo hago yo?

- ¡Puedo ducharme sola! – exclamó con vergüenza, arrebatándole la botella.

- Más te vale o no me importará hacerlo yo. – la morena alzó el ceño.

- Estás muy poco heterosexual últimamente. ¿Algo que me quieras comentar?

- N-no, claro que no, ¡Qué dices! – encogió los hombros.

- Para no querer decirme nada, estás muy a la defensiva. No será que el beso con Lauren...

- ¡Cállate! ¡No quiero hablar de ello! – la cara de Debs se comenzó a camuflar con el color de su pelo. Estaba avergonzada. Y eso solo podía significar una cosa.

Hate-Fuck-LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora