Capítulo 22

392 24 3
                                    

Abrió los ojos, observando las finas arrugas que las sábanas dibujaban a su lado. Colocó la mano e inconscientemente apretó el puño. La cama estaba fría, signo de que Chloe se había ido hacía ya tiempo, quizá horas. ¿Se habría arrepentido de conducir horas y horas para llegar hasta ella? Había conocido a su familia, y lejos de sentirse bien, le aterraba pensar lo que la rubia podía imaginar en su mente. La patética historia en la que la persona que más confianza aparentaba tener, había resultado ser un bebé abandonado y olvidado en cualquier calle de a saber qué ciudad.

Sintió la ansiedad instalarse en su cuerpo, costándole hasta respirar. Quizás había sido un error el haber dejado a la rubia entrar a su hogar. Siempre había sido muy selectiva a la hora de que conociesen a su familia. Pero qué iba a hacer, ¿Dejarla en la calle, a esas horas de la madrugada y a esas temperaturas tan frías?

Revisó su teléfono móvil, pero Chloe no había dejado ningún mensaje en él. Quizás era mejor así.

Debs: ¡¡¡ALERTA!!! Creo que Chloe me ha amenazado, y creo que ahora mismo se está dirigiendo hacia allí.

Andy: Llegó anoche.

Debs: ¿¡Anoche!? Realmente se ha dado prisa. ¿Cómo ha sido el encuentro?

Dejó el teléfono móvil sobre su mesita, no quería hablar más del tema. Más tarde llamaría a su mejor amiga y podría desahogarse con ella. Atrapó la primera sudadera que encontró y se vistió con ella, junto a unos pantalones cortos que desaparecían bajo la misma. Decidió bajar a desayunar, y rápidamente escuchó una conversación bastante animada entre la que distinguió la voz de su hermana pequeña.

- ¡Mira, se parece a ti! ¡Eres una princesa! – Andy se quedó parada en el sitio, observando la escena disimuladamente tras la puerta. Diane, le enseñaba a Chloe su cuento favorito sobre princesas. Donde, la protagonista, que compartía las características físicas de Chloe, escapaba de su castillo, donde la tenía retenía su malvado padre, para buscarse la vida y no acatar las órdenes impuestas por el Reino. Irónico, ¿verdad?

- ¡Esa chica es muuuuuuucho más bonita que yo! – Chloe sonrió, mientras trenzaba el cabello de Diane. - ¡Lista! ¿Te gusta? – la niña pequeña se levantó corriendo, para verse reflejada en el espejo del salón.

- ¡Síiiiiii! ¡Estoy muy guapa! – gritó eufórica, acercándose a su madre. - ¡Mira mamá, lo que me ha hecho Chloe!

- Estás preciosa, cariño. – sonrió mientras servía el desayuno. – Muchas gracias, Chloe. Es un detalle.

- Es lo mínimo que puedo hacer. Muchas gracias por acogerme anoche. – la rubia sonrió ampliamente, mirando a Rose.

- Puedes quedarte los días que quieras, cielo. – le sirvió a Chloe una taza de café. – Nos encanta que haya gente en casa. Desde que Andy se ha ido... está todo muy tranquilo. Demasiado.

- Suele tener ese efecto. – hizo una pausa. - Si no está, todo se queda en... silencio. – susurró, por lo que Andy no lo alcanzó a oír tras la puerta. Rose sonrió, sin indagar más en la conversación. La morena decidió entrar, golpeando levemente en la puerta.

- Buenos días. – bostezó, fingiendo que acababa de despertarse. - ¿Hay más café?

- Claro, cariño. – su madre le sirvió una taza con algo de leche. - ¿Quieres unas tostadas?

- Yo las haré, mamá. – se estiró, sintiendo que su espalda crujía un poco. – Tienes que prepararte para el trabajo.

- Tienes razón, se ha hecho algo tarde. – observó su reloj. – Diane, ve a lavarte los dientes. Nos vamos en 5 minutos.

Hate-Fuck-LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora