Volvió a girarse en la cama, ya era la décima vez que lo hacía. Sentía los ojos arder, no le quedaban más lágrimas que verter. Tragó saliva y volvió a perderse entre las sábanas, sin querer salir de ellas y sintiéndose protegida en su propia habitación.
No le importaba nada más, sólo quería quedarse allí y que el tiempo pasase.
Os lo pasabais genial, ¿verdad?
Escondió su cabeza de nuevo bajo la almohada, intentando ahogar todos los pensamientos que inundaban su mente, queriendo alejarlos y que no la dañasen más.
Pero resultaba imposible.
No tenía ganas de nada, solo quería quedarse ahí y que el mundo se olvidara de ella.
Escuchó unos leves toquecitos en la puerta, pero los ignoró. No quería hablar con nadie, no quería saber nada más allá de esas 4 paredes. Volvió a cerrar los ojos, intentando dormir.
Aunque ni en el mundo de los sueños podía estar a salvo.
- Chloe, cariño. Será mejor que lo dejes estar por ahora. – la rubia, que se encontraba fuera de la habitación de Andy, desvió la mirada. – Ven al salón, quiero hablar contigo. – Chloe asintió, siguiendo los pasos de Rose, hacia la chimenea. Le tendió una taza de chocolate caliente y sonrió un poco, pero rápidamente esa sonrisa se esfumó en cuestión de segundos. – Hacía tiempo que... no le daba un brote. – Chloe alzó la vista, mirando a Rose, que tenía la mirada perdida en el fuego de la chimenea.
- ¿Qué... le ha pasado? – se atrevió a preguntar, temerosa por la respuesta.
- No soy yo la que debe contarte la historia, por mucho que me gustaría. – suspiró, sintiendo una gran pesadez sobre sus hombros. – Supongo que te habrás dado cuenta de que... es adoptada. – dijo de manera obvia. – Salta a la vista. – Chloe observó las fotos que adornaban los muebles de la estancia. – El caso de Andy en aquel orfanato fue... especialmente duro.
- Por favor, Rose. – la voz de Chloe tembló. – q-quiero ayudar a Andy. – hizo una pausa. – Quiero que sea ella la que me lo cuente, quiero que confíe en mí y sea Andy la que me cuente su historia, pero... necesito saber algo, lo que sea.
- Está bien. – dijo tras unos segundos. – Will y yo no podíamos tener hijos, debido a mi condición... nos resultaba imposible poder concebir uno. Así que, tras mucho debate, decidimos adoptar a algún niño o niña que necesitase unos padres que lo quisieran y le dieran una nueva vida. – Chloe observó con atención, escuchando atentamente la historia. – Fuimos al orfanato donde adoptamos a Andy, y... nos sorprendió saber que ella era la única niña de 12 años que todavía no habían adoptado. – Chloe frunció el ceño, era cierto que en ninguna de las fotos que recorrían la casa de los Warren, Andy era menor de... ¿10 años?, supuso que era simple casualidad. Hasta ahora.
- ¿Hasta los 12 años? – Rose asintió.
- Descubrimos que... había pasado por numerosas casas de acogida. – bebió de su chocolate caliente. – Pero siempre... la habían devuelto. – observó que a Rose le había costado pronunciar dichas palabras.
- ¿Por... qué? – Chloe sintió que la respiración le faltó en esos momentos.
- Will y yo... nunca lo supimos. – negó con la cabeza, mirando a Chloe. – Decidimos adoptarla al ver que seguramente nadie la adoptaría, y acabaría en algún internado o en algún centro de menores de mala muerte. No nos parecía una mala niña, sólo necesitaba sentirse querida y que le dieran la oportunidad para vivir otra vez. Will y yo decidimos que seríamos sus padres.
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Hate-Fuck-Love
RomanceNo empiezan de la mejor manera. Se odian y no pueden aguantar ni cinco minutos en la misma habitación. Su relación es una lucha para intimidar y hacer que la otra desvíe la mirada. ¿Y si ese odio se convierte en pasión? ¿Y si la tensión que nace de...