Capítulo 14

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- ... ¿Debs? - Cerró la puerta suavemente tras de sí, dejando que sus palabras se perdieran en la oscuridad del salón. Ninguna de las ventanas estaba abierta, no se escuchaba ningún tipo de sonido. Era una oscuridad agobiante en la cual se vio sumergida justo al cerrar la puerta. - ¿Debs? - Volvió a repetir, esta vez más alto, sin llegar a gritar. Entonces escuchó un sollozo que provenía del sofá, un grito ahogado que se volvió a perder entre la oscuridad de la habitación. – Debs... - La vio abrazándose a sí misma, escondiendo su rostro entre las rodillas, aguantando los gritos y sollozos que amenazaban salir por su garganta. La pelirroja alzó el rostro, encontrándose con la mirada preocupada de Andy.

Los ojos de Debbie estaban rojos, muy rojos, producto de haber llorado durante mucho tiempo.

- ¿Dónde...?

- Ya no está. – Su voz se volvió a romper, abrazando sus rodillas con más fuerza. – Lo he echado a patadas tras volver del hospital.

- Oh, Debs... - Se colocó junto a ella en el sofá, abrazándola con cariño. – No te llega ni a la suela de los zapatos...

- Me lo merezco, me lo merezco por haber sido tan imbécil de volver a confiar de nuevo. – Volvió a gritar y a llorar, la morena se limitó a mantenerse a su lado, abrazándola con firmeza.

- ¡No te mereces eso! ¡Nadie se merece eso, joder Debs! - No dejó que la pelirroja volviera a hablar. - ¡Es un pedazo de gilipollas!

- Me ha puesto los cuernos... delante de todos. – Sollozó, volviendo sus lágrimas a caer. – Tendría que haberte hecho caso, tendría que...

- Debs, para. – Le ordenó. – No tienes la culpa de su infidelidad. Tú eres la víctima aquí. – Andy sintió que su amiga se relajó un poco. – Nadie se merece que le hagan eso... - La abrazó con más fuerza. - ¿Te acuerdas lo que me dijiste cuando...? - Andy mantuvo la respiración por un segundo. – En fin, cuando... ¿Me pusieron a mí los cuernos? – La pelirroja asintió. - ¿Qué me dijiste aquella vez?

- Que no te merecías aquello. – Hizo una pequeña pausa. – Que ella era imbécil y una idiota por haberle hecho eso a alguien como tú. – La morena asintió, animándolo a seguir. – Y que le daría una paliza la próxima vez que la viese. – Andy evitó sonreír.

- Sí, bueno... esa última parte la he cumplido yo por las dos. – Tragó saliva, esperando la reacción de la pelirroja.

- No me gusta cuando pierdes el control... de esa manera. – Debs se acurrucó entre los brazos de Andy. – No me gusta verte así.

- Lo siento. – Debs negó con la cabeza, restándole importancia.

- No pasa nada... Se lo merecía. – Dejó salir en un hilo de voz, lo que hizo reír a la morena.

- Con suerte... esa patada en los huevos evita que pueda reproducirse el día de mañana. – Debbie rio.

- Hay helado. – Sugirió. - ¿Quieres...?

- Sí. – Afirmó rápidamente, sin dejar que la morena acabase la pregunta. Intentó limpiarse las lágrimas, pero éstas volvían a salir. – Y la película de miedo. Por favor y gracias. No necesito ver ninguna mierda de amor, donde siempre acaban felices. – Ahogó un sollozo.

- Tranquila, no estaba en mis planes. – Sonrió, acercándose al frigorífico y preparando un gran bol de helado de chocolate y vainilla.

- Oye... - Vio a Debs asomar la cabeza tras el sofá. - ¿De dónde vienes?

- Eh... - La morena se paró durante unos segundos. – Pues...

Hate-Fuck-LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora