Me pone un mechón de pelo tras la oreja. Luego coge sus gafas y se las cuelga de la camisa, obstaculizándome la visión de sus pelitos. Con sus dedos me peina un poco y sonríe.
-Así mejor-reímos.
-¡Venga!-nos grita Ricci de repente.
Ya no puedo más, escuchar a un niño tan chiquitito decir eso... no puedo parar de reír y reír. Daniel saca el mando del coche, le da un botón y empieza a cerrarse el techo, ahora si parece el coche de anoche. Me pone una mano en la espalda y entramos en la estancia.
La risa ya se me ha parado, pero sonrío como una tonta cuando Daniel me lleva a una mesa para cuatro al lado del cristal transparente. Podemos ver un poco del aparcamiento y toda la manzana.
-¿Qué queréis tomar?-nos pregunta a Ricci y a mí.
-Refeco-dice Ricci. Me imagino que quería decir refresco.
Daniel y yo estamos sentados frente a frente, y Ricci está a mi lado, pegado al cristal.
-¿Y tú?-me pregunta, ladeando la cabeza.
Quiero besarle.
-Una Coca Cola.
Asiente.
-¿La señora René te dio de desayunar?-le pregunta a su hijo.
¿René?
-Sí.
Vuelve a asentir.
Coje su móvil, un iPhone 4, y hace una llamada.
-René, soy Daniel... Te dije que hoy me lo llevaba a desayunar yo... Ya... Bueno, que no vuelva a pasar... No, no estoy enfadado... Vale. Adiós.
Cuelga.
-Lo siento-hace un gesto con la cabeza hacia mí.
Niego con la cabeza.
-No pasa nada, estás... ¿bien?
Sonríe. Oh.
-Es que, quiero llevarme a mi hijo a desayunar y no puedo. Me gusta hacer cosas con Ricci, ya me es bastante difícil buscarle un hueco entre la empresa y el colegio de Amanda.
-Buenos días-nos interrumpe la camarera, que solo mira a Daniel. Puta. Es mío, bueno... no.
-Hola, dos Coca Colas y un Seven Up, del tiempo si puede ser-le dice sin mirarla, ella sigue clavándole la mirada.
-¿Y de comer?-pregunta con una sonrisa. Me dan ganas de decirle: ¿tú quieres morir?
Daniel estira su brazo y me coge una mano un momento. Me saca de mis... pensamientos.
-Eh, ¿los huevos y beicon?-me susurra.
Asiento y sonrío. Él también.
A la camarera enseguida se le va la sonrisa.
¡JA! Guarra.
-Tres platos de beicon y huevos revueltos, a ser posible, uno con menos cantidad.-se lo dice serio. Me suelta la mano y mira el móvil.
Doña Sonrisa de Fulana lo apunta todo y nos dirije una sonrisa a todos, se detiene en Daniel, que no separa los ojos del móvil. Entonces se va, y Daniel deja el móvil en la mesa.
Lo hizo adrede. ¡JA!
-¿Vas a trabajar esta noche, entonces?-me pregunta.
-No. Solo trabajo por las mañanas, y no creo que vaya a volver.-digo, desviando la mirada a la calle.
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Quiéreme, por favor (Completa pero editando)
Lãng mạn¿Crees en el amor a primera vista? Alexandra Stan es una joven de veintisiete años muy conformista. Un duro revés en su pasado la ha obligado a convertirse en la mujer fuerte e independiente que es ahora, pero ha dejado atrás todos sus sueños: vive...