Capítulo veinticinco

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Cojo un trozo de pan y lo mordisqueo sin ganas. La comida está buena, pero me he quedado llena. Daniel prefirió comerse lo que quedó de lasaña, y se la come un poco más animado. René se ha ido a limpiar y nos ha dejado a los dos solos.

-¿No tienes hambre?-me pregunta Daniel señalando el plato de macarrones con el que juego.

-Ya no. Estoy llena.

Daniel se queda un poco parado, como si recapacitara las palabras.

-¿Estás bien?-me acaricia la espalda con la mano, y deja la mano en el hombro.

-Sí, tranquilo. Solo habrá comido algo y le sentó mal...

-No me refiero a Ricci-se inclina y me da un beso, tiernísimo. Me sabe a lasaña-. Digo que si estás bien. Tú. Esta mañana tenías dudas sobre si estabas embarazada.

Se me hace un nudo en la garganta, y lo deshago tragando saliva.

-Daniel no quiero hablar de eso... Me asusté mucho...

-Pero, ¿por qué? ¿No quieres tener un hijo conmigo? ¿Ves algo en mí que no...

¿De verdad me está preguntando eso? ¡Este hombre está loco!

-¡Pero si yo a tí te amo!-me abalanzo sobre su boca, devorándola.

Daniel sigue mi desenfreno de pasión, con las manos en la cintura.

-Es que no me veo preparada. Creo que no sería una madre responsable. Y... No me veo. De verdad que no es por tí, Daniel-repaso con mi dedo índice una de sus cejas-. Tú eres perfecto.

Daniel parece ruborizarse. Qué mono, por favor.

-¿Te estás ruborizando?-le doy un besito en la punta de la nariz.

Daniel se pone rojo. ¡Ja!

-Bobo... No te pongas así...-no puedo evitar soltar una carcajada.

-Me gusta que me digas esas cosas, pero no estoy acostumbrado.

Me da un abrazo y me besa la mejilla. Mi nene. Mi hombre. Apoyo la frente en su mejilla y él suelta un pequeño alarido de dolor. Es la mejilla morada.

-Lo siento-levanto la cabeza rápidamente y la miro. Morada, como ayer... Maldita sea.

-No pasa nada-hace una mueca, quitándole importancia.

Me siento en mi taburete otra vez y me como un macarrón. Daniel sigue con la lasaña. Hay que ver lo que tiene que hacer en el gimnasio para comer así y tener ese cuerpo. Perfecto.

-Papi-dice una débil voz desde la puerta de la cocina. Ricci. Los dos-Daniel y yo- nos giramos.

Ricci, con un pijama negro que momentos antes le había puesto Daniel, se toca la barriga conua pequeña mueca. Solo mira a Daniel.

-Tengo caca...-susurra. Daniel se levanta y lo coje en brazos.

-¿Muchas ganas?-dice con una sonrisita.

Ricci asiente varias veces. Daniel se lo lleva al baño.

Bueno... Espero que el jarabe le haya hecho efecto y esto sean indicios de mejora. ¿Nos habrá visto besándonos? No creo. Parecía realmente centrado a lo que venía.

-¡Alex!-grita Daniel desde el baño.

-¡Dime!

-¿Podrías traerme un pañal?

¿Un pañal? Claro. Me levanto.

-¡Sí!

Subo las escaleras y entro en el cuarto de Ricci. Enciendo la luz y busco en los cajones la cajita de pañales. Saco un pañal y vuelvo a bajar. Daniel asoma la cabeza por la puerta del baño del pasillo, cerca de la cocina.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora