Capítulo veinte

43.7K 973 25
                                    

No tengo sueño. Sí, vale, estoy agotada, pero no consigo cerrar los ojos. Menudo trote me ha dado Daniel esta noche... En la cocina, en la ducha. Increible. Y han llamado los niños, para contarle a Daniel lo que han hecho hoy con Stefan. Se ha puesto contentísimo.

Y ahora, duchados y con poca ropa, estamos en la cama. Daniel mira las cuentas de la empresa por el ordenador, con esas gafas que me gustan tanto. Yo apoyo la cabeza en su hombro, y distraída me miro las manos.

-Tengo que hacer algo... Con lo de Leticia. Pero no se me ocurre el qué. Hablar con ella y ver si admite que renuncia de Ricci delante de un juez y dejar los temas legales zanjados o... no meter a la justicia en esto. Pero si no la meto lo hará su familia, alegando que no dejo la dejo ver al niño y... Es tanto. Es tan complicado.

-¿Su familia? ¿El padre se metería?

Se encoje un poco de hombros.

-No lo sé. Al fin y al cabo es el abuelo de Ricci. No nos llevamos muy bien, pero tampoco mal. Es algo que no sé explicar.

-Puedes hacer que Leticia lo ponga por escrito con un documento que tenga valor legal, y cualquier cosa que diga alguien enseñas el documento y listo. Así, si ella un día quiere joderte vivo y acusarte de que le prohibes ver a uno de sus hijos, tienes una prueba escrita donde ella reniega de Ricci.

Pronunciarlo me parece tan cruel... Todavía no llego a creérmelo. Odiar a un niño de dos años... Es... Despreciable.

-Estuvo bien lo que hiciste hoy-posa una mano en mi muslo y lo acaricia-. Pero no deberías de haberte metido.

-Lo hice por tí. Daniel... Verte tan parado mientras esa... zorra se reía en tu cara. ¡Vino tan tranquila! ¿De qué va?

Su mirada es algo triste. Me apoyo otra vez en su hombro y le aprieto el brazo.

¿Dónde he dejado mi móvil? A lo mejor tengo alguna llamada perdida.

-Daniel-me pongo recta-. ¿Antes de poner la lavadora sacaste el móvil del pantalón?

-Sí. Lo dejé... no sé si justo encima de ella o por ahí cerca.

-Vale. Voy a buscarlo, ya vuelvo-le doy un besito antes de salir de la cama.

La casa está oscura. Joder. Parece la típica película de terror y de bajo presupuesto donde el psicótico se esconde en el armario del cuarto de los niños... Y cuando la protagonista se acerca lo suficiente como para matarla... ¡ZAS!

A veces me pregunto si de verdad tengo veintisiete años. ¿Qué hago yo pensando en esto?

Busco mi móvil en la zona de la lavadora, que hace un ruidito raro al estar en funcionamiento. Lo encuentro dentro del cesto de la ropa vacío, y el de Daniel también está, arañado y con rasguños. Lo cojo y miro el mío.

Cuatro llamadas perdidas. Tres de... Oh, no... De Raily... Y una de mamá. ¿Mamá?

Marco su número. Es raro que solo me haya llamado una vez. Le doy a la tecla verde.

-Alex, hija-tiene la voz cansada.

-Mamá-digo con un tono seco.-¿Me llamaste?

Tose un par de veces y luego habla.

-Sí. Mira, el martes es tu cumpleaños... Y yo tengo algo para tí. Si lo quieres claro.

¿Por qué carajo se gasta el dinero en mi? Ahora tendré que ir, porque me sentiré mal.

-¿Quieres que me pase?-eso es lo que no quiero.

-Sí... Así te veo, aunque sea un ratito.

-Me pasaré. Mira, últimamente veo las cosas con otros ojos. Intentaré no enfadarme con papá.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora