Capítulo dieciocho

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Las ganas de cojerlo se han esfumado como si nada. ¿Qué hace llamando ahora? Escucho a Daniel orinar y no sé si llevárselo o contestar. El teléfono deja de sonar al rato. Desde el baño se puede oir la cisterna, el lavamanos y la puerta abriéndose.

-¿Era mi móvil?-Daniel se seca las manos en los pantalones. Asiento con la cabeza, muy seria.

-Es Leticia...

Vuelve a sonar el móvil y me interrumpe. Daniel mira el móvil un momento y luego lo coje. Su mirada se vuelve dubitativa.

-¿Sabe que los niños no están?-mi mirada también se queda quieta en el móvil que no para de sonar.

-Sí.-se calla cuando el móvil deja de sonar otra vez. Parece que la paz vuelve a reinar, pero otra vez empieza a sonar- No entiendo por qué llama.

Toca el dibujo verde de «Contestar» y se lo lleva a la oreja. Frunce el ceño cuando pronuncia un sonido parecido a un «¿Sí?»

Silencio. Oigo una voz, al otro lado, pero es leve.

-¿Quieres que te lo repita?-le dice Daniel a Leticia, supongo-. Stefan se los llevó a un apartamento en... ahora no me sale el nombre, pero sé que está cerca de la costa... ¿Pero qué dices?-sus cejas se unen aún más y se da la vuelta. ¿Qué estarán hablando?-. No, no te miento... ¡Qué no quiero prohibirles estar contigo!

Asi que ese es el problema. No me lo puedo creer. Pero algo sí es verdad: no quería que Ricci fuera porque está claro que a él en concreto le hace algo. Y es por no ceder cuando su madre intenta ponerlo en contra de Daniel o de mí. ¿Le llegará a pegar? Ay, Dios.

-Di lo que quieras... Yo de tí no lo haría, te meterías en un gran problema... Mira, ahora estoy muy ocupado.

Se quita el teléfono de la oreja y lo estampa contra la puerta del armario. Suena un fuerte golpe. Acto seguido, ruge un grito de furia y se lleva las manos al pelo. Me quedo temblando. Joder...

-¡Estoy hasta los cojones!-grita. Sale a grandes zancadas del cuarto y escucho como sus pasos resuenan mientras baja las escaleras.

Oh, Daniel. Voy tras él, yendo lo más rápido posible. No me gusta verlo así. Quiero que esté feliz, que sonría.

-Daniel-entro en el salón. Está sentado en uno de los sofás, apoyado con los codos en las rodillas.

-¿Te lo puedes creer? ¡Qué me va a denunciar! ¡Qué esto era lo que quería desde el principio!

Le acaricio un hombro.

-No te pongas así, ¿vale?-me inclino y le beso.

-Es que encima... ¡Me callo lo que sé que le hace a Ricci! ¿Y por qué solo a Ricci? ¿No lo quiere?

-Ya está, Daniel. Deja el tema. Mira, estás muy alterado. Vete al gimnasio. No me importa que...

-No te voy a dejar sola...

-¡Escucha!-lo corto, tajante-. Allí te despejarás. Estaré bien aquí. Aléjate de todo esto.

Se lleva las manos al pelo y se echa hacia atrás. Se rebruja el pelo con la mirada perdida.

-No quiero alejarme de tí-dice dejando el pelo tranquilo. Me acurruco en su regazo y le doy besitos en el pecho. Huele a Daniel. Me embriaga este olor.

-No lo harás.-me pongo cara a cara-Te quiero feliz. Aquí hay muchas cosas que te mortifican-observo su mejilla... No me había dado cuenta, no había mirado con atención. Está morada. Un color más fuerte que antes-. Además, no quiero que me interrumpas mientras te preparo la comida. Quiero que sea una sorpresa.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora