Capítulo doce

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Me acaricia la espalda lentamente. Sus dedos largos se pasean por el por el omóplato y bajan, vuelven a subir...

-No entiendo por qué creias que tuve un accidente-susurra muy pegado a mi oído. No quiero hablar, quiero estar así. Acurrucada.-¿Eh?

-No llamabas, no estabas en la empresa. Allí me dijeron que ya te habías ido. Fue todo tan... tardío. Tardaste mucho, y me preocupé bastante. Las grúas no tardan tanto.

No entiendo por qué me entró esta paranoia. ¿Necesitaré un psicólogo? Nunca había sentido nada tan parecido. ¿Me estoy volviendo loca?

-Te llamé en cuanto pude. El coche se ha quedado allí, y tuve que cojer un taxi. Y llamaste a la empresa y todo-ríe un poco-, menudo numerito.

-Si buscas a una novia que no te monte escenitas, ni te haga dramas o que no se ponga celosa, entonces busca a alguien que no te quiere.

-¿Te consideras mi novia?

Levanto la cabeza. ¿Sí, verdad?

-Sí. Te quiero Daniel. Quería estar segura, y lo estoy.

Me besa la frente.

-¿Puedo ver la mano?-pregunta fruciendo un poco el ceño.

-Claro.

La elevo. La venda tiene poca sangre. Habría jurado que tenía más. Está hinchada, eso sí.

-No me duele nada-digo cuando me la coje con mucho cuidado. La observa detenidamente, luego pasa un dedo sobre una rajita que me atraviesa el nudillo. Siento su caricia, pero nada de dolor.

-¿Te enfadas si mañana te llevo al médico?-sus labios esbozan una media sonrisa. ¿Cómo voy a estar enfadado con este ángel?

-No, para nada-poso una mano en su cuello y le hago inclinarse. Quiero volver a besarle. No puedo parar.

Deja las suyas sobre mi culo, apretándolo.

¿A dormir ya? Ja, ja.

-Cena algo-le digo, parando-. Te hemos dejado pizza.

-¿Podrás esperar?-ladea la cabeza.

-A lo mejor. Voy a prepararme.

Me doy la vuelta y subo las escaleras. Daniel me ve subir hasta que desaparezco a través del pasillo. Entonces escucho un ruido en el cuarto de Ricci. Entro y enciendo la luz. Está de pie, agarrado al cabezal de la cuna. Estaba intentando trepar. Tiene una chupa en la boca, se la habrá puesto mientras dormía.

-¡Ricci!-le cojo en brazos-. ¿Te has despertado?

-¿Y papi?-se la quita, pero le cuelga de la camiseta por un clip verde y no se le cae.

Mira por encima de mi hombro, a la puerta. ¿Cómo nos habrá oido?

-¿Quieres darle un abrazo fuerte, fuerte a papi? Está muy cansado, asi que no lo vayas a espachurrar.

Se ríe débilmente. Está muerto de sueño.

Apago la luz antes de salir. Apoya la cabeza en mi pecho, como hace un momento yo con Daniel. Éste está en la cocina, sirviendose un vaso de jugo de la nevera. Nos ve entrar y sonríe como un niño pequeño.

-Ricci... mi amor-lo coje de mis brazos.

El niño va a sus brazos sin rechistar. Daniel le besa en la mejilla. Deja el vaso de jugo en la mesa.

-¿Me esperabas?-le pregunta. Ricci cuelga una mano del hombro de su padre y con la otra se pone la chupa. No dice nada-. Estás tieso.

Sonrío un poco. Me encanta verlo tan cariñoso con sus hijos.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora