Capítulo nueve

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La reportera cae al suelo. Los flashes aumentan y me escurro entre empujones mientras me grita:

-¡Te voy a denunciar!

Llamo al ascensor repetidas veces pero parece que lo hace adrede, porque no llega. Entro lo más deprisa que mis piernas me dejan y le doy al número doce. Las puertas se cierran al instante.

Suspiro. Suelto las bolsas y me deslizo por la pared hasta sentarme. No debí haber hecho eso. Pero me tenían hartos ya, todos. Entrometidos del carajo. Mañana seré noticia por segunda vez. ¿Mañana? Esta noche mismo ya estarán comentandolo. Sucios reporteros de mierda. ¡Ahg!

El ascensor se sacude un poco y las puertas se abren. Cojo las bolsas, me levanto y entro en casa.

Estoy temblando. Tengo el pulso acelerado... Joder. Estoy muy nerviosa. Me pongo a colocar lo que he comprado en las estanterías. Los yogures y natillas en la nevera. Acabo muy pronto. No... Quiero hacer algo más. Otra ducha. ¿Cuántas llevaré en el día de hoy? ¿Tres?

El agua caliente me relaja, mucho. De hecho casi tengo olvidado el tema cuando me acuerdo de lo que dijo:«¡Te voy a denunciar, zorra!» Eso causaría más habladurías mías y de Daniel. Y no tengo abogado.

Me pongo unas braguitas blancas y una camisona del mismo color. Sin sujetador, a dormir fresquita. Me acuesto un rato en el sofá, y hago zapping. Se habla de mí en un programa rosa. Se me pasa por la cabeza el verlo, pero, ¿me interesa? No. Para nada.

Reviso mi móvil, tengo un mensaje de Daniel.

De: Daniel T.

"Hola, preciosa. No me gusta nada escucharte tan triste, porque sé que todo es por mí. Hace un día no eras nada en la prensa, y... ahora mira... No me perdono.

¿Éste hombre está loco? De lo único que es culpable es de haberme provocado dos orgasmos de infarto y de hacerme pasar la mejor noche de mi vida. Daniel... siempre tan tú.

"Solo eres culpable de lo feliz que he sido por una noche a pesar de mis problemas. El culpable no eres tú. Ni yo. Es la prensa, que es muy mala."

Para: Daniel T.

Pulso enviar y espero... Y espero... Hasta que me duermo.

Me despierta un tintineo de llaves y escucho como cierran la puerta. No me inmuto mucho. Veo a Charlotte dejar su bolso encima de la mesa y mirarme. Se inclina sobre el sofá, coge el mando y apaga la televisión.

-Estás loca-dice dejándolo otra vez a mi lado.

Frunzo un poco el ceño. Ya no entra la luz del sol por las ventanas. Debe de ser tarde.

-Has agredido a una reportera.

Asiento.

-Me estaba tocando ahí abajo. Estaba harta.

-Pero no puedes hacer eso.

Vuelvo a fruncir el ceño.

-A ver, paso. Ya lo hice.

Niega con la cabeza. Me recuerda a mi madre...

-Te das cuenta, ¿no? Todo por Daniel Tayson. Solo a ti se te ocurre enrollarte con él.

-Primero: no es por Daniel vale. Siempre lo mismo, que si Daniel esto, Daniel lo otro. ¡Dejadle vivir! Bastante tiene ya con lo que tiene para que vayáis de entrometidos.

-¡Es mi trabajo!-grita Charlotte.

-¡Sí! ¡Destruir vidas es tu trabajo!-chillo.

Voy embalada a mi habitación y cierro la puerta. No me doy cuenta de que estoy apretando el móvil de una forma brutal hasta que me empieza a doler la mano.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora